domingo, 20 de diciembre de 2009

Perú: 1955-2009

Por Juan José Garrido
Interesantes reflexiones nos brindó Dionisio Romero -durante la CADE 2009- sobre sus 50 años de vida empresarial, que no son poca cosa en un país espantainversiones como el nuestro. Don Dionisio sostiene que la misma pasó por tres etapas: “31 años de moverte y acomodarte”, etapa que transcurrió entre 1955 y 1990; “a trabajar que vienen los extranjeros”, entre 1990 y 2000; finalmente, “19 años y muchos más”, se refiere a la actual.
Revisando la data histórica, el Perú ha transitado diversas autopistas entre 1955 y el 2009. Siguiendo la taxonomía del economista William Baumol, el Perú vivió hasta 1962 (gobierno de don Manuel Prado y Ugarteche) un estilo de capitalismo oligárquico y de grandes firmas; desde 1963 hasta 1990, el Perú transitaría una senda de socialismo en mayor o menor medida, desde las prácticas irresponsables y proteccionistas del belaundismo, pasando por el comunismo velasquista, hasta el modelo estatista y autárquico que primó hasta 1990; de ahí en adelante, el Perú vive una mezcla de capitalismo emprendedor y de grandes empresas (más notable sin duda desde el 2001).
Lo central hoy es, sin duda, la consolidación de este modelo, tanto para los grandes capitales como para los más necesitados, quienes sin duda se benefician del modelo. Existe, sin embargo, una razón menos visible de por qué mantener el actual modelo es beneficioso para todos los peruanos: el tipo de modelo económico pule las prácticas empresariales existentes y crea parámetros de comportamiento. Así, por ejemplo, el modelo estatista y expropiador de 1963-1990 creó un empresariado mercantilista, incapaz de mirar el largo plazo dado que la consigna era sobrevivir -y los que podían, prosperar- en base a la relación con el Estado. El actual modelo, en cambio, obliga -a grandes y pequeños- a preocuparse por variables claves en el algoritmo del crecimiento empresarial: prácticas gerenciales, productividad, organización, planeamiento estratégico, comunicaciones, aprendizaje y conocimiento, entre otras.
Lo curioso, al menos para el anecdotario local, es lo compasivos que han sido estos empresarios con los actores del pasado. Algún cínico dirá que se hicieron fortunas durante los años de estatismo; eso no es cierto. Velasco expropió -a mano armada- a diestra y siniestra (agro, banca, minería, industria, medios, pesca, entre otros), y los gobiernos de Belaunde y García, si bien relajaron los controles y las prohibiciones, retornaron muy pocos sectores a las manos apropiadas en el sector privado -léase, a sus verdaderos propietarios. El Perú de hoy es re-creado por el esfuerzo y la creatividad de peruanos exitosos; ni por un minuto crean que la tuvieron o que la tienen fácil gracias al Estado Peruano.

Por qué es necesario crecer?

Por: Juan José Garrido
Aunque suene tautológico, la clave del desarrollo es el crecimiento económico. Sólo para algunos miopes pasa inadvertida esta relación. La causalidad, por supuesto, es mutua; empero, la variable determinante de la relación es el crecimiento.
Algunos misólogos identifican el crecimiento económico con la génesis de todos los males imperantes; apuntan, tercamente, que el crecimiento no es la panacea, y que el mismo sólo puede llevar a la desigualdad y la destrucción del medio ambiente. La data que sustente lo contrario les es, por decir lo menos, trivial. No contentos con ello, sueltan, a veces, curiosas propuestas encaminadas a promover un estado de “crecimiento cero”, seguido de nuevos y mayores clamores por redistribuir la riqueza actual. En otras palabras, que ya el mundo está lo suficientemente enriquecido para colmar las necesidades de todos los seres humanos y que, por lo tanto, la solución estriba en la adecuada distribución de los frutos logrados.
El sofisma, realmente, recae en un pequeño error de percepción: la pregunta, en el fondo, no es otra que ésta: ¿por qué los individuos están interesados en producir más? Dicha pregunta, en el agregado, supone la variable “crecimiento”. La respuesta no es otra que para mejorar su calidad de vida vis a vis su anterior modo o estilo de vida. Y esa búsqueda por mejoras en la calidad de vida es la que incentiva -o motiva- el interés por producir más.
Los incentivos, como bien dice William Easterly, son los que promueven la acción humana. Los humanos no producen por placer; de ser así, pagaríamos por trabajar. Tampoco producimos por codicia, como los insensatos sostienen. Los mayores niveles de producción originan excedentes que, al intercambiarlos -normalmente a través del sistema monetario-, nos permiten obtener otros bienes y servicios que mejoran nuestra calidad de vida.
Esa es la conexión lógica: necesidades -léase carencia de bienes- crean motivos para producir, y mayores niveles de producción nos permiten intercambiar -léase mejorar nuestra calidad de vida. Produciremos hasta el punto en que el reposo tenga mayores réditos que la producción. Entonces, sí hay límites naturales a la producción, con lo que el miedo indirecto a la autoextinción es una nimiedad.
Peor es la pobreza imperante en algunos recodos del orbe. Y por eso es que debemos de seguir produciendo y progresando. El movimiento que promueve el “crecimiento cero” sólo apunta a aniquilar los incentivos que mueven a los seres humanos, una pésima noticia para los más pobres y necesitados.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Lo que se ve y lo que no se ve

Por Xavier Sala-i-Martin

Bayona, 1839. Un gamberro lanza una piedra contra una panadería y rompe una ventana. El panadero sale enfurecido y se echa a llorar porque va a tener que pagar un nuevo cristal. Los viandantes se reúnen a su alrededor y, al principio, se solidarizan con su desgracia. De repente, uno de ellos explica que el infortunio no es tal ya que el dinero que el panadero va a gastar representará un ingreso para los cristaleros (quienes, al fin y al cabo, viven de los cristales rotos). Estos van a gastar ese dinero en la carnicería en beneficio de los carniceros, que a su vez van a gastarlo en el teatro en beneficio de los actores,y así sucesivamente hasta suponer un enorme efecto positivo sobre la economía agregada, a través de lo que los economistas keynesianos llaman el efecto multiplicador. Tras concluir que la gamberrada era buena para la sociedad, los viandantes abandonaron al panadero a su suerte.
Esta historia, conocida como la paradoja de los cristales rotos, fue contada por primera vez por el economista francés Frédéric Bastiat en 1839 en un fantástico libro llamado Ce qu’on voit et ce qu’on ne voit pas (Lo que se ve y lo que no se ve). La tesis principal del libro es que muchos analistas cometen errores garrafales porque se fijan sólo en “lo que se ve” e ignoran “lo que no se ve”. En el ejemplo del cristal roto, “lo que se ve” es que el panadero va a tener que gastar dinero para reparar la ventana y eso va a afectar positivamente a quien recibe el pago, el cristalero. “Lo que no se ve” es que el dinero que el panadero gastará en cristales iba a ser destinado a comprar otras cosas, como por ejemplo, un traje. Al no poder comprarlo, el sastre no ingresa nada, el carnicero del sastre tampoco y los teatros a los que iba a acudir el carnicero del sastre tampoco. Es decir, que el efecto multiplicador resultante de reparar el cristal solamente sustituye aunefecto idéntico que hubiera generado el gasto en cosas alternativas. Al no haber efectos netos positivos, lo único que queda es un cristal roto. Y eso es malo.
Les explico todo esto porque los gobiernos del mundo entero intentan reactivar la economía a través de programas Renove que subsidian la compra de coches nuevos a cambio de la destrucción de coches viejos. Según esos planes, el gobierno se constituye en un gran gamberro (lo digo por analogía con el chaval que lanzó la piedra contra la panadería) y destruye toda una flota de coches que todavía funcionan con el argumento de que, al tener que repararlos, se va a fomentar la actividad económica: como en la paradoja de los cristales rotos, los fabricantes y distribuidores de automóviles tendrán ingresos adicionales, los gastarán y eso tendrá efectos positivos sobre la sociedad. También saldrán beneficiados los propietarios de coches viejos que reciban un subsidio superior al valor que su cacharro tenía en el mercado. Todo eso es “lo que se ve”. Ahora bien, “lo que no se ve” (y no se contabiliza) son las pérdidas de mecánicos y reparadores de coches, las de los vendedores de segunda mano a los que el Estado ha robado el negocio y las de los contribuyentes.
Además, está el malgasto en burócratas administradores del programa y sobre todo, lo que no se ve es el dinero que no ingresan las industrias que no van a recibir el subsidio y las que no van a obtener el dinero que los consumidores hubieran gastado si no hubieran tenido que pagar tantos impuestos. Es decir, si el Estado realmente cree que destruir automóviles viejos para fabricar los nuevos es bueno para la economía, ¿no debería también destruir neveras, televisiones de plasma y videojuegos? ¿Y por qué parar ahí? ¿Por qué no derribar edificios, carreteras y puentes? ¿Por qué no demoler ciudades enteras por el bien de la sociedad? ¿Verdad que no tendría sentido? Pues tampoco lo tienen los planes Renove. Porque destruir maquinaria y dedicar dinero a reemplazarla no genera suficientes beneficios para compensar la destrucción. La pregunta es: ¿por qué el Estado tiene tanto interés en ayudar a la industria del automóvil con cargo a los trabajadores-contribuyentes de todos los otros sectores?
La respuesta que se nos da últimamente es (¿cómo no?): ¡hay que combatir el cambio climático! De hecho, el nuevo plan se llama VIVE! de Vehículo Innovador, Vehículo Ecológico. Apesar de que el cambio climático se ha convertido en el comodín justificador de las políticas más ridículas e injustificables de planeta, citarlo no es suficiente: esas políticas también deben ser sometidas a la lógica económica. Nos dicen que los coches nuevos van a contaminar menos que los antiguos porque tienen una tecnología mucho más verde y sostenible. Eso es “lo que se ve”. Ahora bien, “lo que no se ve” (y lo que los ecologistas no contabilizan) es que para construir cada coche nuevo se necesita contaminar. ¿O no se emite CO2 y no se contamina cuando se produce el acero de la carrocería y el motor, la goma de los neumáticos, los plásticos de los interiores o la pintura exterior? La pregunta es: ¿la reducción de emisiones que van a tener los nuevos y eficientes coches será superior al incremento de polución que supondrá su fabricación? Según un artículo publicado en The New York Times por Michael Gerrard, director del Centro para del Cambio Climático de la Columbia University, la respuesta es no. También en la sostenibilidad, pues, las autoridades parecen ignorar la paradoja de los cristales rotos, esa vieja lección que ya se explicaba en 1839, sobre lo que se ve y lo que no se ve.

Entendiendo la pobreza

Por Juan José Garrido
Toda problemática que desee ser resuelta requiere, primero, de un análisis causal. Esto es evidente. Llama la atención, por ello, la manifiesta ausencia de una rigurosa investigación que permita entender las causas de la persistencia de la pobreza en el Perú. Es indudable que los marcos teóricos con los que se explicaba la pobreza están, además de desfasados, inundados por un tinte ideológico que no permite distinguir entre lo real y lo fantástico.
La pobreza como fenómeno no es reciente; de hecho, es la condición natural del ser humano. El economista Angus Maddison, en su tratado sobre la economía mundial desde el año 1 hasta el 2030, desmitifica ese credo marxista sobre la pobreza como un fenómeno capitalista. En el año primero de la era cristiana el PBI per cápita promedio era cercano a los 467 dólares (en dólares constantes de 1990); hacia el año 1000, el PBI promedio se había incluso reducido a los 450 dólares. Recién en el año 1500 es que los ingresos promedio superan los 550 dólares, manteniéndose los mismos casi constantes hasta la primera Revolución Industrial (1820). El gran salto en ingresos per cápita promedio se da recién en 1913, cuando se rompe la barrera de los 1,500 dólares; en 1973 alcanza los 4,000 dólares y se inicia el segundo milenio con cerca de 6,500 dólares de PBI per cápita promedio.
Es decir, nos tardamos casi 1800 años para duplicar nuestra producción per cápita, y luego la octuplicamos en sólo 200 años. El ritmo actual de crecimiento es incluso mayor, razón por la cual la pobreza en el mundo se ha reducido de los niveles preindustriales (hasta 1820, cerca del 85% de la población mundial se encontraba bajo los límites de pobreza extrema) a las cifras que hoy contemplamos con pesadumbre, pero que significan una mejoría sustancial en los niveles de calidad de vida de millones de personas. Surjit Bhalla, economista especializado en el estudio de la pobreza y la desigualdad, calculaba la pobreza extrema (ingresos diarios menores a 1.08 dólares) en el año 2002 en niveles cercanos al 13.1% de la población mundial, pronosticando una reducción sistemática de la misma casi a nivel global con la penosa excepción del África subsahariana.
Lo relevante no es, entonces, las causas de la pobreza en sí; es decir, de lo fenomenológico. Lo importante es desnudar por qué persiste la pobreza cuando se tienen claras las rutas del desarrollo -apertura comercial, estabilidad macroeconómica, mejoras en la calidad institucional, acceso a infraestructura, entre otros.

sábado, 10 de octubre de 2009

El lado oscuro de la crisis económica global

Por: Charles Philbrook

La crisis va llegando a su fin. Eso, al menos, es lo que se desprende de los últimos pronósticos de crecimiento realizados por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y de cuanta declaración a los medios brinda uno y otro funcionario, de uno y otro país, en una y otra cita cumbre. Pero ¿por qué creerles a quienes la negaron cuando aquélla aún no se manifestaba, la minimizaron cuando estalló, y la ahogaron en un océano de liquidez monetaria y gasto fiscal cuando amenazaba ya con tumbarse a economías regionales enteras?

En darle pronta “solución” a esta crisis el mundo ya ha gastado todo lo que gastó en las dos grandes guerras, el New Deal y el Plan Marshall juntos, descontando el factor inflación. Solucionar un problema y posponerlo, sin embargo, son dos cosas distintas. Quien soluciona algo resuelve aquello que impide que se ejecute la acción; quien pospone, empero, pasa para mañana lo que no quiere hacer hoy. Y qué mejor ejemplo de lo que pareja observación implica que darle un vistazo aéreo al sector inmobiliario norteamericano, epicentro del terremoto financiero del 2007. El mercado de MBS (mortgage-backed securities) —títulos valores de deuda que permiten que la banca comercial libere recursos y así pueda seguir otorgando préstamos hipotecarios—, en lo que va del año, ha simplemente desaparecido, lo que ha llevado a que la Reserva Federal, el banco central, se vea obligado a crear dinero del aire con el cual comprar el 100% de esta emisión, unos $700 mil millones. No se puede hablar de solución a una crisis mientras en una economía de “mercado” desaparecen los mercados.

El estado de salud de la economía global no sólo no mejora sino que se agrava (!). En los últimos meses son más y más los países en los que el PBI presenta una divergencia entre el real y nominal, de tal manera que mientras el primero aumenta, el segundo se desploma, y esto, desde 1971, el fin del sistema monetario de Bretton Woods, es inusual. Un PBI real que crece indica un mayor volumen de producción, y uno nominal que cae, una menor facturación corporativa, es decir, se produce más, pero se vende a cada vez menores precios, lo que lleva a que las utilidades corporativas disminuyan, y, por lo tanto, a que la recaudación tributaria caiga, en países tan distintos como Perú, China, Estados Unidos, QwaQwa (uno de los diez bantustanes de la antigua Unión Sudafricana)… A lo dicho en relación a esta inusual y dañina divergencia, súmenle la contracción crediticia y monetaria (M3) que ha empezado a darse en ambos lados del Atlántico, en Europa y en los Estados Unidos, y que habla de saturación sistémica de deuda y de imposibilidad por parte de las autoridades monetarias de reinflar la economía (léase burbuja) global.

Pero China, creen desinformadamente algunos analistas —poniendo en evidencia un deseo oculto, mas no un hecho—, va en rescate de la economía global. Ignoran que, con todo el potencial de crecimiento que este gran país tiene —¡es cierto!—, por el momento, y según pautas del Consejo Estatal, lejos de aumentar su producción va a verse forzada a reducirla en ocho sectores industriales claves, que años atrás ya presentaban serios problemas de exceso de capacidad instalada —excesos que requieren una pronta “solución” que no puede seguir siendo postergada—. (Aceros, cemento, aluminio y construcción naviera, entre otros).

En el largo plazo, el crecimiento económico acumulativo de la humanidad, no cabe duda alguna, es impresionante. Vaya este único ejemplo: la esperanza de vida de un español del Siglo de Oro (1500-1700) era apenas unos treinta años, pero hoy, y gracias a una mejor alimentación (resultado de una mayor producción) y una buena salud (resultado de innovaciones tecnológicas y descubrimientos en el campo científico), sus descendientes pueden aspirar a vivir ochenta años y más. Es en periodos cortos de tiempo, sin embargo, y que se vuelven largos debido a las distorsiones y falsas señales que produce la intervención estatal en la economía (de lo contrario, la intervención en ésta no hubiese llevado nunca a la caída de la Unión Soviética), en los que la actividad económica se reduce considerablemente —¡ha surgido la crisis!—, y dedos acusadores señalan, unas veces al inversionista, otras, al empresario, como los grandes responsables de ésta, en los que entra la duda y se busca el cambio de rumbo, y en los que se olvida en todo momento que nuestra historia, la de la humanidad, a partir del siglo XIX, es una historia de éxito, de progreso, de avance en todo campo de la acción humana. Una historia en la que, en lo político, la democracia liberal le reserva un papel fundamental al Estado: proteger, garantizar los derechos individuales, en especial, los derechos de propiedad. Sólo y recién entonces, en lo económico, y con esta motivación de por medio, esos dos grandes motores del desarrollo, el inventor y el productor, entran en acción, inventando y produciendo más allá de sus necesidades inmediatas. Ésta es y seguirá siendo nuestra historia; éste, el camino que nuestros genes tienen trazado en esas cuatro letras que codifican el ADN, y que una crisis, un hipo de crecimiento económico, por más grande que sea, no puede cambiar, algo que el autor de la obtusa complejidad de las “entrelíneas” en este ensayo juega a ignorar. (Ese autor es usted).

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Actualidades sobre la Depresión

Por:Juan José Garrido
Transcurridos catorce meses desde el inicio de la primera depresión del siglo XXI, dos respetados economistas de VOX -me refiero a Barry Eichengreen de la Universidad de Berkeley y Kevin H. O’Rourke del Trinity College en Dublín -han actualizado su comparación con la Gran Depresión de 1929, concluyendo que la data aún presenta un futuro incierto para la economía mundial.
Si bien es cierto que la producción industrial mundial presenta “claros signos de recuperación”, todavía estamos por ver si ello se acumula en inventarios -debido a una débil demanda del mercado norteamericano- o si dicha demanda se consolida. Si utilizamos junio de 1929 como punto de partida (=100) para el análisis de la Gran Depresión y abril del 2008 como inicio (=100) de la actual depresión, actualmente nos encontramos en 90, cuando a similar temporalidad la Gran Depresión se encontraba en 80. Es decir, mientras la producción industrial decrecía de manera sostenida en los treintas -de hecho, cayó por tres años consecutivos-, la actual crisis financiera presenta un escenario económico más esperanzador.
Empero, los mercados bursátiles no han recuperado la confianza en la misma proporción. Tomando, similarmente junio del ‘29 y abril del 2008 como puntos de partida (=100), la actual depresión (69) presenta un descenso ligeramente superior al de la Gran Depresión (74). En otras palabras, los mercados han castigado drásticamente sus expectativas, no obstante la recuperación vista en los últimos meses -desde el punto más bajo, donde el indicador era 50.
En cuanto a volumen de comercio, de igual forma, nos encontramos en aguas más turbulentas que en los treintas. Mientras el comercio mundial se redujo, transcurridos catorce meses, en 10% durante los treintas, la actual crisis presenta una contracción indudablemente mayor (20%). El comercio internacional, como indicador, es más que relevante por diversas razones -mejores precios a los consumidores finales vía las ventajas comparativas, transferencia tecnológica, señales de proteccionismo o apertura a la globalización, entre otros-, por lo que el actual escenario se presenta aún como sombrío para nuestra región -en especial nuestro país-, que ha sufrido la recesión más como una reducción del mercado externo que como una restricción del crédito.
Así las cosas, la segunda mitad del 2009 será muy importante para determinar la naturaleza de la actual crisis económica: si se consolida la demanda norteamericana, posiblemente ya pasamos lo peor de la misma; si, por el contrario, se deterioran las señales del consumo interno, posiblemente veremos una segunda caída significativa de los mercados bursátiles, con una recuperación recién en el 2011 o 2012.

La competitividad es obra del mercado

Por: José Tapia
El Ministro de Economía ha puesto en agenda un tema que se ha venido postergando desde hace muchos años. Cuando se creó el Consejo Nacional de la Competitividad (CNC) en el 2002 no lograron avanzar con la reforma del estado. Y es que el tiempo nos da la razón.

La competitividad ha aumentado en los últimos años no por algún Plan Nacional de Competitividad sino por obra de las fuerzas del mercado. Ningun organismo estatal puede crear competitividad sino más bien obstaculizarla. Toda iniciativa gubernamental sirve para intervenir no para abrir espacios de libertad. Más bien, es por la poca libertad empresarial que hay la que ha hecho subir unos puestitos al Perú en este ranking.

Si realmente quieren aumentar la competitividad deben limitar la acción del CNC lo más posible. Ya tenemos una experiencia parecida con Indecopi. Al crearse en 1992 era una pequeña oficina de unos cuantos funcionarios en San Borja, cuyos impulsores aseguraron que no iba a representar una mayor carga fiscal pero vean en lo que se ha convertido. Un tremendo elefante burocrático. En un organismo super poderoso pero lento en su desempeño con oficinas regionales en Cusco, Arequipa, Loreto, La Libertad, Lambayeque, Piura, Cajamarca, Tacna, y Puno. Con una abultada planilla de trabajadores tanto en CAS, personal nombrado y de confianza, también crea empleos indirectos con su presupuesto. Gasta según su portal de transparencia económica S/.64 millones anuales.

El CNC tiene en agenda los siguientes Planes: Perú Emprende, Perú Innova, Intermesa, Cadenas Competitivas, Regiones Competitivas, y Educación para la Competitividad.

La experiencia nos señala que va a requerir más burocracia, leyes, resoluciones, directivas, reuniones, viajes, foros, y más viajes, foros, reuniones, etc. Podemos afirmar que ello contribuirá con más gastos de gobierno, más regulaciones, más deuda, más impuestos, sin contar con el costo de oportunidad de las horas no trabajadas de aquellos empresarios que participan en el Consejo Directivo. Supongo que la Directora del CNC querrá superar en importancia al Indecopi para aspirar a más presupuesto fiscal, pues esa es la lógica de la Elección Pública. A mayor presupuesto equivale contar con medios suficientes para tener una presencia reguladora en la competitividad empresarial.

Si los países ganaran competitividad mediante la metodología de mayor burocracia los países más intervenidos serían los primeros en el ranking. Pero no hay pruebas reales que nos confirme esta suposición.

domingo, 23 de agosto de 2009

Prioridad en el desarrollo

Por: José Garrido
Además de aburrido y trivial, el mensaje presidencial -del 28 de julio- olvidó un aspecto crucial para concentrarnos en el desarrollo local; me refiero a cómo mejorar nuestra competitividad con miras a una mayor integración en el mercado global. Salvo el ministro Carranza -quien ha ofrecido llevar al Perú a los primeros 25 puestos del ranking Doing Business del Banco Mundial para el 2012-, no existen tampoco muchos en el Ejecutivo y Legislativo -menos aún en la prensa- que reconozcan la importancia de dicha oferta.
Si lo que deseamos es una mejora sistemática en los ingresos per cápita promedio, sería necesario empezar por analizar la descomposición del producto bruto total, así como la incidencia de las mejoras en productividad que sustentan dicha composición. Tomando como base de análisis los últimos cinco años (2004-2008), el PBI peruano se descompone básicamente de la siguiente manera: cerca del 60% del mismo se concentra en sectores no transables (Servicios 38%, Comercio 14% y Construcción 5%); Agropecuario, Pesca y Minería sólo conforman el 15% del mismo. En otras palabras, el Perú es otro ejemplo -en la historia del crecimiento económico- que evidencia cómo el desarrollo implica la transformación de la economía de una de sobrevivencia -agricultura, pesca, ganadería y minería, principalmente- a una basada en intangibles -comercio, servicios y otros que implican más conocimiento que bienes.
Ahora, una cosa es composición de la producción y otra es en qué sectores se basa el crecimiento -lo cual afecta la composición de la producción en el largo plazo. Analizando la composición de la variación real del PBI local, podemos apreciar que son los sectores no transables los que explican -cerca del 61% de cada punto de crecimiento del PBI- el crecimiento económico del último lustro.
Es necesario fortalecer la competitividad local, qué duda cabe; empero, aquellas mejoras en los sectores no transables serán más beneficiosas para la población de menores recursos, dado que la formación de capital humano requerida para el sector servicios es menor a la necesaria en el sector manufactura; además, las habilidades requeridas en el primer sector son fácilmente obtenibles in situ.
A fin de mejorar rápidamente la productividad de los sectores no transables, hay que enfocarse en facilitar la transferencia de los factores de producción involucrados de los menos eficientes a los que mejor uso de los mismos demuestren. Como bien dice el economista Baumol: “Al final, la productividad es todo”.

Lecciones de una traición: Calderón y la decepción de Zelaya

Por: Armando Regil
En Honduras se debaten dos posibilidades, seguir el camino de la de la libertad o el de la servidumbre. El llamado golpe de Estado que removió al Presidente Manuel Zelaya del poder ha provocado distintas reacciones dentro y fuera de la región.
La pregunta fundamental es, ¿Lo que ocurrió en Honduras fue realmente un golpe de Estado o una destitución? Cuando un ciudadano incumple la ley debe asumir las consecuencias. El Presidente de Honduras Manuel Zelaya no cumplió con lo que estipula la Carta Magna de su país y por ello fue destituido de su cargo.
El período presidencial de Zelaya debería haber terminado en febrero del 2010 sin derecho a reelección. El error del presidente fue caer en la tentación de cambiar el rumbo de su país hacia el socialismo del siglo XXI que promueve su amigo y aliado Hugo Chávez. Para lograr su objetivo el Presidente Zelaya violó varias normas y consideró que un plebiscito era el primer paso para modificar los límites al período presidencial y así perpetuarse en el poder.
Estos son algunos artículos de la Constitución de Honduras que demuestran claramente la violación cometida por Manuel Zelaya:
Artículo 42: La calidad de ciudadano se pierde: Por incitar, promover o apoyar el continuismo o la reelección del presidente de la República.
Artículo 239: El ciudadano que haya desempeñado la titularidad del Poder Ejecutivo no podrá ser presidente o Designado. El que quebrante esta disposición o proponga su reforma, así como aquellos que lo apoyen directa o indirectamente, cesarán de inmediato en el desempeño de sus respectivos cargos, y quedarán inhabilitados por diez años para el ejercicio de toda función pública.
Artículo 272. Las Fuerzas Armadas de Honduras son una Institución Nacional de carácter permanente, esencialmente profesional, apolítica, obediente y no deliberante. Se constituyen para defender la integridad territorial y la soberanía de la República, mantener la paz, el orden público y el imperio de la Constitución, los principios de libre sufragio y la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República.
El riesgo y el costo de aceptar una violación como la que cometió el presidente hondureño son muy altos pues dan una señal a muchos otros gobernantes de América Latina y de otros países, que no pasa nada si se incumple la ley. Es por ello que en el cumplimiento de su deber, las Fuerzas Armadas de Honduras hicieron lo que tenían que hacer para salvaguardar la integridad de las instituciones democráticas, sacar al Presidente.
Es lamentable que muchos países y organismos internacionales den la espalda a los ciudadanos de Honduras. Estados Unidos, la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Fondo Monetario Internacional, sólo por mencionar algunos, han reiterado su respaldo a Manuel Zelaya.
Desafortunadamente, México no fue la excepción. El Presidente Felipe Calderón cometió un grave error al apoyar el regreso de Zelaya al poder. Al hacerlo, dejó de lado la defensa de principios tan fundamentales como el respeto al Estado de Derecho y a las instituciones democráticas. Apoyar a un hombre sin principios le trajo consecuencias. Apenas hace una semana, Patricia Espinosa, Secretaria de Relaciones Exteriores, declaró que México se manifestaba a favor de que el Presidente Zelaya regresara a gobernar su país. Días después, el líder exiliado llegó a México y en su visita dejó claro que no solamente traiciona los principios que decía defender al inicio de su mandato sino que también traiciona a sus “amigos”.
En un acto frente a simpatizantes del ex candidato a la presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador, Manuel Zelaya dijo que era mejor sentirse presidente que serlo, ofendiendo directamente al Presidente Calderón en clara alusión a López Obrador quien se autoproclama “Presidente legítimo”.
Muy molesto por este acontecimiento, el Presidente Calderón ordenó al Estado Mayor Presidencial que trasladara a Zelaya de inmediato al Hangar Presidencial para salir del país. Parte de la orden fue que no tuviera ningún contacto con medios de comunicación. Legisladores mexicanos se manifestaron en contra de Manuel Zelaya y lo calificaron de traidor, no es para menos. El señor traicionó a quien le abrió la puerta y le dio la mano.
A la luz de todo esto es necesario rescatar varias lecciones. Primero hay que aprender a asumir las consecuencias de las decisiones que tomamos. Tanto el Presidente Calderón como los mexicanos y latinoamericanos debemos aprender que para vivir mejor y alcanzar la prosperidad necesitamos tener principios y no dejarlos de lado cuando parece que “estorban” porque es “políticamente correcto” apoyar a quien todos apoyan.
Es necesario ser congruentes y eso significa que debe haber una relación entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace. Esto hay que recordarlo todos los días de manera personal y también decirlo a nuestros servidores públicos.
Apoyar a una persona que viola principios o leyes o lo que sea, nunca puede tener consecuencias positivas. Si Zelaya fue capaz de traicionar a sus ciudadanos al violar su propia Constitución no se puede esperar nada de él.
La convivencia pacífica en sociedad sólo es posible si se respeta la ley. El Estado de Derecho es fundamental para salvaguardar los derechos de todos los ciudadanos. El respeto a las instituciones y a la democracia es indispensable para mantener la estabilidad política y la paz social. Ojalá que Honduras regrese a ese camino que es el de la libertad pues la historia ha demostrado que el camino de servidumbre ha fracasado.

martes, 18 de agosto de 2009

Desarrollo sustentable

Dunning (1997), argumenta que los patrones cambiantes de demanda y avances tecnológicos han impactado los costos de transacción y coordinación de la actividad de valor agregado. Las instituciones e infraestructuras culturales sobre las que se desarrolla tal actividad, han afectado críticamente los méritos de los modos alternativos de la organización económica, y sobre los años, la combinación óptima de estos modos ha sufrido un cambio marcado. De hecho, la combinación de los modos de organización económica es determinante de los diferentes niveles de desarrollo sustentable. Sin embargo, para que los pueblos alcancen niveles de desarrollo autosostenible es necesario no solamente que realicen su revolución capitalista, sino que también logren su desarrollo democrático.
Si este desarrollo sustentable se relaciona con las formas de organización económica, entonces las actividades empresariales adquieren relevancia por ser la base de las actividades económicas de los individuos consideradas en tanto que son relaciones entre fines y recursos escasos. Las variables culturales están siendo subestimadas como obstáculos al desarrollo, y tampoco se toma en cuenta el estudio prioritario de las necesidades manifiestas por sobre los deseos o preferencias de la población para la planificación del desarrollo. Las organizaciones que se diversifican en los mercados internacionales tienen la tendencia a ser más innovadoras y a desempeñarse mejor que las organizaciones que no lo hacen. En parte, esto se debe a que participan en mercados mayores, en los cuales no solamente pueden obtener más altos retornos sobre las inversiones, sino también para proveerse de los recursos necesarios para desarrollar nuevas y mejores innovaciones.
El papel de las agencias estatales subnacionales como socios de empresas y asociaciones de negocios energizan las redes de acción económica ubicadas localmente, es una de las formas para apoyar el crecimiento económico y el desarrollo social. Pero este desarrollo económico y social desigual está muy lejos de un verdadero desarrollo sustentable sólo delimitado por una cultura propia local y por una moralidad económica. Para lograr niveles de desarrollo económico sustentable es necesario que además de las reformas económicas se den las reformas políticas y democráticas Abordar las discusiones sobre desarrollo sustentable es preocuparse por los problemas del medio ambiente y por las cuestiones sociales.
El medio ambiente comprende los elementos ecológicos, económicos, sociales y políticos. El sistema local se inserta en el ambiente ecológico o ecoware (Vázquez, 1993) con el que mantienen relaciones. El ambiente económico, político y social se inserta en el "macro sistema de referencia" y norma las funciones y relaciones externas al sistema local que comprende las capacidades instaladas (software), los recursos financieros (finware) y formas organizacionales (orgware). El modo de desarrollo económico actual está siendo seriamente cuestionado porque no es desarrollo que aliente la sustentabilidad ecológica y la justicia social en todos los habitantes del globo.
De hecho, las soluciones a los problemas sociales y del medio ambiente parecen que se encuentran implícitos en las formaciones culturales de los pueblos. Así, el desarrollo sustentable formula severos cuestionamientos a las prácticas sociales, culturales y ambientales con respecto a las actividades organizacionales. El desarrollo sustentable requiere de reformas económicas y reformas institucionales.
Bebbington (2000) previene de usar el término desarrollo sustentable para significar "buena administración del medio ambiente". En otras palabras, logra la eficiencia de uso del medio ambiente, o eco-eficiencia a largo plazo. El imperativo moral del desarrollo sustentable está orientado a la obtención de la justicia social para todos los habitantes del mundo, es decir, de una eco-justicia entre las diferentes generaciones y al interior de cada una de ellas.
Esta eco-justicia tiene un impacto en las operaciones de las actividades de los negocios que tradicionalmente se han orientado por entregar riqueza material a ciertos grupos de alto consumo. El desarrollo global sustentable requiere que aquellos que son más ricos, adopten estilos de vida más de acuerdo con los medios ecológicos. No obstante, es en la relación medio ambiente y desarrollo en donde se localiza el origen del desarrollo sustentable y el desarrollo que reconoce que tiene límites estructurales y de orígenes naturales se orienta a la sustentabilidad.
El desarrollo sustentable es el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades. Satisface las necesidades básicas de todos y extiende a todos la oportunidad de realizar sus aspiraciones para un mundo mejor (UNWCED, 1987:8). El desarrollo sustentable se define como el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades. El desarrollo sustentable es un valor que permite hacer una elección moral para aceptar la equidad y la justicia social. La preocupación del desarrollo sustentable es la satisfacción de las necesidades de todas las personas en el mundo ahora y en el futuro, y por lo tanto, los beneficios y los costos del desarrollo deben distribuirse entre todos.
Streeten (1992) hace referencia a que el término "desarrollo sustentable" tiene seis diferentes significados: 1) mantenimiento, reemplazo y crecimiento de capitales activos, ambos físicos y humanos; 2) mantenimiento de las condiciones físicas del medio ambiente para la constitución del bienestar; 3) la recuperación del sistema para que le permita ajustarse a las crisis y a los shocks; 4) evitar las cargas a las futuras generaciones de deudas internas y externas; 5) sustentabilidad fiscal, administrativa y política. La política tiene que ser creíble y aceptada por los ciudadanos, de tal forma que exista suficiente consenso para llevarla a cabo; y 6) la habilidad para manejar proyectos por la administración por los ciudadanos de los países en desarrollo en los cuales se llevan a cabo, de tal forma que los expertos extranjeros pueden retirarse sin poner en peligro su éxito.
Redclift (1987) sugiere que "el desarrollo debe ser sujeto a una redefinición, ya que es imposible que la acumulación tenga lugar dentro del sistema económico global que hemos heredado sin costos del medio ambiente no aceptables. Ante todo, el desarrollo plantea cuestionamientos a los valores humanos y actitudes, así como las metas definidas por la sociedad y criterios para determinar los costos que tienen que hacerse y por quien.
El desarrollo sustentable, si es que hay una alternativa al desarrollo no sustentable, implicaría un receso dentro del modelo lineal de crecimiento y acumulación que finalmente sirve para debilitar los sistemas de apoyo de la vida del planeta." El desarrollo sustentable se usa para motivar las iniciativas económicas, políticas, legales, que buscan resolver la problemática del medio ambiente, económica y social. La sustentabilidad debe asegurarse en las áreas económicas, sociales, políticas, culturales, científicas, tecnológicas y del medio ambiente. El desarrollo, por tanto, se encuentra limitado a los costos ambientales aceptados. Sin embargo, el actual desarrollo económico no es sustentable porque los costos humano y del medio ambiente son inaceptables.
Sin embargo, el desarrollo actual es un desarrollo económico que privatiza los beneficios y socializa los costos. El mismo proceso de integración comercial es apoyando por el Estado-nación que está solícito a pagar socializando los costos y riesgos de las empresas. Las corporaciones empresariales están obligadas a dirigir sus energías a satisfacción de todos los aspectos del desarrollo de las generaciones actuales y futuras en el contexto industrial.
El propio concepto de desarrollo sustentable debe estar relacionado con la competitividad de la economía, el nivel de desarrollo social y por un modelo de nación. Para alcanzar el desarrollo sustentable es necesario lograr resultados en las reformas económicas y en las institucionales. La satisfacción de las necesidades de la población está influida por el nivel de desarrollo económico y social. Las raíces epistemológicas de un desarrollo no sustentable pueden localizarse en la concepción lineal de progreso de la era moderna.
Tampoco resulta fácil determinar hasta qué grado los regímenes supranacionales y las administraciones nacionales necesitan modificar sus agendas y prescripciones de las políticas en virtud de la creciente movilidad de los recursos. En un extremo, la definición por una mayor función de las instituciones del mercado para autorregular las formas de organización económica y la asignación de los recursos, y en el otro extremo, la concepción neoestructuralista de las limitaciones del mercado como asignador óptimo de los recursos. Es en este sentido que la organización económica está íntimamente relacionada con el desarrollo sustentable de los pueblos.
La práctica de políticas públicas y una política económica que promuevan un crecimiento económico que provea los recursos para sostener una política social capaz de mejorar la equidad en la distribución de los beneficios, es un requisito necesario, aunque no suficiente para ampliar las opciones y oportunidades al pleno desarrollo humano. Así por ejemplo, la preservación del medio ambiente es necesaria para el futuro desarrollo humano, la cual es una condición necesaria pero no suficiente para el desarrollo sustentable. Planteado el desarrollo sustentaba como política de Estado no ha producido los resultados esperados, ni los cambios en comportamientos y actitudes requeridos.
Por tanto, en una economía capitalista, los modos en que se organiza la actividad económica tales como los roles de los mercados, las jerarquías, las alianzas entre empresas y los gobiernos, se han vuelto más complejos. En las economías en desarrollo, son las fuerzas libres del mercado las que orientan sus objetivos de crecimiento económico y su desarrollo social, la propuesta de los países capitalistas desarrollados, aunque no señalen como lograr el equilibrio de un desarrollo sustentable en el logro de estos objetivos, una vez que se han rebasado los ánimos iniciales.
Por supuesto que aquí el concepto de desarrollo sustentable está enfocado hacia la obtención de una racionalidad de medios-fines según el concepto Weberiano. En un sistema de libre mercado, por ejemplo, no existe forzamiento para la producción de acuerdos sobre cualquier cosa, de tal forma que cualquier acción puede ser tomada, pero ajustándose a esta racionalidad en la relación medios-fines. Mientras, el sistema socialista pregonaba que los medios de producción y distribución debían ser propiedad y administradas por el Estado en substitución del mercado.
Las tensiones que existen entre el crecimiento económico y el desarrollo se fundamentan principalmente en la concepción del desarrollo sustentable, el cual formula serios cuestionamientos sociales, culturales y ambientales a las prácticas de las organizaciones. Para alcanzar el desarrollo sustentable es necesario lograr resultados positivos en las reformas económicas e institucionales. Lamentablemente, este enfoque de desarrollo no ha producido los resultados esperados.
En este sentido es necesario establecer nuevos esquemas de colaboración entre la sociedad y el mercado. Los cambios endógenos de los procesos de desarrollo económico tienen su origen en las nuevas combinaciones de estos recursos, descrito ya por Schumpeter (1962, 1943), como una destrucción creativa como un proceso evolutivo que "incesantemente revolucionaliza la estructura económica desde dentro, incesantemente destruyendo la vieja estructura e incesantemente creando una nueva".
La discusión por la búsqueda de una mayor significación al valor del trabajo frente al capital no concluye todavía Las formas de organización económica en las economías de mercado consisten en distintas formas de llevar a cabo y coordinar las actividades económicas dentro y entre las diferentes unidades de acción económica. Si el desarrollo sustentable está íntimamente relacionado con estas formas de organización económica, por lo tanto, las actividades empresariales desempeñan un papel importante en este desarrollo, porque crean las bases de las actividades económicas.

sábado, 18 de julio de 2009

Democracia en Riesgo

Por: Juan José Garrido
Pocos economistas dudan de la positiva relación entre libertad económica y crecimiento económico; en tanto el crecimiento es un requisito sine qua non del desarrollo -es decir, de mejoras sistemáticas en la calidad de vida de las personas-, es bastante clara la necesidad de profundizar las reformas que soportan dichas libertades. Empero, y aunque no nos guste, la promoción de las libertades económicas se puede impulsar tanto desde una democracia como desde una dictadura -por ejemplo, Chile bajo el gobierno de A. Pinochet.
Milton Friedman, tan vapuleado por la izquierda local, sostenía que las libertades políticas y económicas se reforzaban mutuamente: aquellos países que profundicen las reformas económicas -hacia mayor libertad- contribuirían, sin duda, a la necesidad de mayores libertades políticas. Chile le dio la razón -Friedman incluso se lo anticipó en una carta privada al dictador chileno-, tanto como China pone en duda si ello es tan “inevitable”.
La evidencia empírica de dicha relación -democracia y crecimiento- es, al menos, ambigua: por un lado, tenemos la Hipótesis de Lipset, aquella que sostiene -y la evidencia lo soporta- que la prosperidad económica fomenta la democracia; empero, la evidencia también señala una relación negativa entre democracia y crecimiento, una vez alcanzados niveles moderados de la misma. Esto, que se evidencia recurrentemente, es una consecuencia esperable del desarrollo: a partir de ciertos niveles -altos- de progreso, el interés mayoritario está más dirigido a políticas redistributivas que a políticas de crecimiento. Por ello, la relación entre democracia y crecimiento evidencia una “U” invertida: bajo reformas económicas, a menores niveles de democracia, mayores tasas de crecimiento, y viceversa. En resumen, la prosperidad propicia la democracia, pero esta última no propicia -necesariamente- el crecimiento. Es decir, la causalidad corre de la economía hacia la política y no al revés.
Esta corroborada relación descubre algo que nos concierne: cuando la democracia se adelanta en demasía a las reformas económicas, el sistema tiende a colapsar. Sucedió en África en los sesenta, y es lo que -aparentemente- nos podría estar sucediendo a nosotros hoy en día. Si bien es cierto que hemos recuperado nuestra democracia recientemente, las reformas económicas no han ido de la mano de las libertades políticas; y cuando aún estamos en una etapa en la que requerimos crecimiento -36% de población bajo la línea de pobreza-, muchos exigen redistribuir primero, socavando con ello la prosperidad a través de la cual la democracia es sostenible. Tengamos cuidado, que por demandar -precozmente- mayor redistribución, podríamos estar poniendo en riesgo las libertades políticas ya alcanzadas

viernes, 26 de junio de 2009

El libro negro del comunismo: Una reflexión para la humanidad

por: Leonor Filardo
Leonor Filardo es consultora en economía y analista de CEDICE (Venezuela).
Es el título de un libro publicado en Paris en 1997 por Stéphane Courtois, director del Centro Nacional de Investigación francés y varios historiadores, especialistas en países comunistas. Su motivación surgió porque abrieron los archivos secretos de la Unión Soviética y consideraron que era un deber histórico informarle al mundo el horror de la verdad: el desarrollo sistemático del terror para ejecutar crímenes masivos. Se sintieron obligados moralmente honrar la memoria de victimas inocentes de una fuerza que trató de borrar los crímenes cometidos. En su reflexión argumentan que: Un historiador no debe dejar piedra que no voltee. Ningún factor, sea político, ideológico, o personal debe obstaculizarlo en buscar la verdad.
Distingue entre doctrina y práctica del comunismo. Desde el punto de vista de la filosofía política, plantea que tiene su origen en la República de Platón al introducir el ideal de la ciudad, donde nadie se corrompe por dinero o poder y prevalece la sabiduría, la razón y la justicia. Pero éste comunismo romántico no existe. El que prevalece no está en la esfera trascendental de las ideas. Es el comunismo sangriento que diariamente impone una represión generalizada, censura a todos los medios de comunicación; promueve el crimen, el terror y el ataque permanente a desidentes para controlar y mantenerse en el poder. El practicado por Lenin, Stalin, Mao, Ho Chi Minh, Castro y Pol Pot. Por ello decidieron investigar los crímenes de estos dictadores. Para ser objetivos desde el punto de vista histórico y moral, plantearon que dichos crímenes debían ser juzgados por el código universal de la ley natural de la humanidad, aplicado en el juicio del Tribunal de Nuremberg para juzgar los cometidos por los Nazis. Los estatutos del Tribunal en su artículo 6 tipifica tres clases de crímenes: contra la paz, la guerra y de lesa humanidad:
Entre los primeros destaca la planificación e iniciación de una guerra de agresión contra la población local o internacional, o una que viole los tratados internacionales o que conspire para llevar a cabo cualquiera de los actos mencionados. Entre los crímenes de guerra cita la violación de leyes por el maltrato a residentes de un país, a presos políticos, asesinatos, confiscación de la propiedad privada, destrucción sistemática de las industrias, del poder descentralizado y de las ciudades.
Los crímenes de lesa humanidad abarcan actos inhumanos como los escuadrones oficiales que atacan a la población civil con gases, bombas lacrimógenas, asaltos, masacres, acusaciones sin pruebas, destrucción de la población por hambruna planificada, persecuciones raciales, religiosas y de clase. La hambruna planificada es un método típico mediante el cual controlan la producción e importación de alimentos para distribuirla según méritos individuales (solo para los que apoyan al régimen).
El otro método iniciado por Lenin y sus seguidores es la guerra de clases, en la que califican de enemigos a la clase media, que llaman burgueses. Su propósito es exterminarlos. Courtois lo califica de genocidio de clases, igual a lo que hicieron los Nazis con los judíos. Encontraron que los crímenes comunistas hasta la fecha de su investigación alcanzaron 100 millones, mucho más numerosos que los cometidos por los Nazis que llegaron a 25 millones. Pero mientras los Nazis fueron calificados como los más atroces de la humanidad y condenados en el juicio de Nuremberg, el comunismo logró legitimidad internacional, apoyo político e intelectual. Argumenta varias razones pero entre las más importantes están:
i) La fascinación platónica y utópica de la revolución, que sólo ha sido una farsa porque ha fracasado en países que la han practicado o pretenden llevarla a cab. ii) La victoria que tuvo la Unión Soviética sobre el Nazismo, que contribuyó a que fungieran de patriotas y le sirviera de mascara para apoderarse del poder de los países que fueron invadidos por los Nazis. iii) La fortaleza del aparato propagandístico mediante la cual compran a cualquier precio, a los más famosos para ensalzarlos. Por ello califica a algunos intelectuales y artistas, como prostitutas comunes que lo hacen solo por percibir fuertes sumas de dinero. iv) Inmortalizaron el holocausto porque les generaba dividendos al esconder sus propios crímenes con su propaganda antifacista. Courtois plantea que la historia no puede aislarse de principios fundamentales como el derecho a la vida, a la libertad, a la dignidad humana y el respeto a las reglas democráticas. Por ello reitera que el mundo civilizado tiene que condenarlos como hicieron con los Nazis, aplicando los principios de Nuremberg:
I) Cualquier persona que cometa actos que constituyan un crimen bajo las leyes internacionales será responsable y por consiguiente sujetos a castigo. II) El hecho de que las leyes internas no impongan castigo por un acto que constituya un crimen bajo las leyes internacionales, no exime a la persona que cometió el acto de su responsabilidad bajo las leyes internacionales. III) El hecho de que una persona que ha cometido un acto que constituye un crimen bajo las leyes internacionales sea Jefe del Estado o un oficial responsable del Gobierno no le exime de la responsabilidad bajo las leyes internacionales. IV) El hecho de que una persona actúe bajo las órdenes de su Gobierno o de un superior no le exime de la responsabilidad bajo las leyes internacionales, siempre que se demuestre que tenía posibilidad de actuar de otra forma.

Hayek versus los expertos en desarrollo

por: William Easterly
William Easterly es profesor de economía en New York University y co-director del Instituto para Investigaciones de Desarrollo de la misma universidad. Easterly es autor de The White Man’s Burden: Why the West’s Effort to Aid the Rest Have Done So Much Ill and So Little Good (2006).
Introducción
Esta noche nos encontramos en un momento similar a aquel en que Hayek escribió El camino de servidumbre en 1944. En ese entonces, como ahora, un gran colapso financiero fue visto como el fracaso de la libertad. En realidad, las cosas eran incluso peores en ese entonces para el punto de vista de Hayek. Luego de la Gran Depresión, muchos señalaron el aparente éxito de la industrialización planificada centralmente en la Unión Soviética en superar en rendimiento a los mercados. Como Hayek escribió en 1944, la democracia casi no existía aparte de unas pocas sociedades que hablaban inglés. Aún en EE.UU., las personas indicaban el aparente éxito de la planificación estatal, impuesta desde arriba, para la producción de armas en tiempos de guerra. Bajo estas circunstancias, Hayek sabía que sería caricaturizado como un ideólogo de derecha, aunque sus ideas no encajaban en el rancio debate partidario acerca de los mercados versus el Estado. Él argumentó que el mejor sistema a largo plazo dependía de la creatividad de los individuos ubicados en la base de la pirámide productiva, quienes gozaban tanto de libertad política como económica. De la manera que describiré abajo, Hayek consideró que el Estado y el mercado funcionan mejor cuando son el resultado de desarrollo espontáneo de abajo hacia arriba, con nadie a cargo.
Se requirió de coraje para criticar al control desde arriba hacia abajo luego de las calamidades tenebrosas de la Gran Depresión: aún así la visión de Hayek sería reivindicada por los eventos subsecuentes. ¿Cuántos de nosotros mostraremos un coraje intelectual similar en medio del colapso financiero de hoy?
Los expertos en desarrollo
Hayek no habló de esto en ese momento, pero sus advertencias acerca del avance de la planificación de arriba hacia abajo tal vez fueron más relevantes en el llamado Tercer Mundo. Desafortunadamente el campo de estudio llamado economía de desarrollo nació en el momento en que más se dudó de la libertad individual. Como resultado, los economistas concibieron al desarrollo desde el principio—y aún hoy lo conciben así a un extremo que da susto—como un proceso de arriba hacia abajo conducido por expertos en desarrollo que operan con un cheque en blanco.
Los expertos en desarrollo “de arriba hacia abajo” demostrarían estar equivocados una y otra vez. Aún así la concepción del desarrollo como un proceso de arriba hacia abajo comprobaría ser resistente al fracaso, por razones que también intentaré describir.
En sus principios la idea predominante era la del Gran Empuje. En las décadas de los cuarenta y cincuenta se pensaba que las naciones del Tercer Mundo estaban “atrapadas en la pobreza” ya que ésta generaba un círculo vicioso de excesivo crecimiento de la población, mala salud, analfabetismo, pésima infraestructura y pocos ahorros. La respuesta, de acuerdo a economistas de desarrollo tales como Sir Arthur Lewis, era una inyección gigante de ayuda externa—el “gran empuje”—para pagar inversiones en todas estas áreas de una vez por todas. Se pensó que algunos países eran más difíciles de desarrollar que otros. A principios de la década de los sesenta, el Banco Mundial ridiculizó a un país que carecía de recursos diciendo que era poco probable que este lograra siquiera un éxito modesto en exportar. Al mismo tiempo, el experto en desarrollo Gunnar Myrdal también advirtió acerca de otro país, diciendo que el crecimiento de la población era un “problema explosivo”. El nombre del primer país es Corea del Sur. El segundo es Singapur. Y no es que los expertos en desarrollo siempre fueron pesimistas: El Banco Mundial dijo en 1958 de otra nación que su “potencial se compara favorablemente con aquellos de otros países en el sureste de Asia”. Ese país es Myanmar.
Al igual que con las predicciones acerca de los países, el desempeño de los expertos en desarrollo no mejoró con las predicciones generales. Sir Arthur Lewis y otros tenían un modelo muy particular de cómo la ayuda externa aumenta el crecimiento que nos permite ser precisos acerca de cuánto crecimiento ellos esperaban por una determinada cantidad de ayuda externa. Para un cuarto de los países que han recibido la mayor cantidad de ayuda a lo largo de los últimos cuarenta y cinco años, la predicción era que su ingreso per cápita aumentaría desde alrededor de $500 por persona en 1960 a más de $5.000 por persona hoy. Este aumento de más de 1.000% fue más que superado por unos pocos países que recibieron poca ayuda con niveles de pobreza similares a otros que recibieron ayuda considerable. Tal fue el caso de Corea del Sur, la cual aprovechó las oportunidades en el mercado creadas por el boom global en el comercio internacional luego de la Segunda Guerra Mundial. Ahí quedó la idea de que estas naciones estaban “atrapadas en la pobreza”. Mientras tanto, los países que recibieron mucha ayuda externa no llegaron a los $5.000 por persona; su ingreso hoy todavía es de $500. Hasta ahí llegó la idea del Gran Empuje. Cuando las predicciones de una teoría fracasan, la teoría queda descartada. Qué tragedia que ideas así de fracasadas condenaron a tanta gente a continuar en la pobreza.
¿Es posible el desarrollo planeado?
Hayek no escribió mucho acerca de desarrollo, pero su defensa de los mercados y la crítica a la planificación central fueron muy relevantes para estos debates. En un artículo clásico de 1945, Hayek indicó que ningún planificador central desde arriba podía de alguna manera tener suficiente información para asignar los recursos y provocar el funcionamiento de las fábricas. Un sistema descentralizado, con flujo de información de abajo hacia arriba, permitía que cada individuo utilice su conocimiento de cientos de diminutos factores locales y problemas imprevistos de tal forma que haga que su proyecto funcione y que sus acciones sean coordinadas con otros a través de los precios del mercado—que señalan a todos cuáles productos son abundantes y cuáles escasos.
Lo que Hayek correctamente llamó una “maravilla” era un sistema de abajo hacia arriba que nadie tiene que dirigir o siquiera comprender para que funcione. Como Hayek dijo en 1945: “aquellos que claman por una dirección ‘consciente’. . . no pueden creer que cualquier cosa que haya evolucionado sin diseño (e incluso sin nuestro entendimiento) debería resolver problemas que no deberíamos ser capaces de resolver conscientemente”.
Hubo economistas de desarrollo que entendieron en ese entonces la importancia de la libertad individual en el desarrollo, tales como el economista sudafricano Herbert Frankel y el economista inglés-húngaro P.T. Bauer. Desafortunadamente, hay más recompensas para las malas ideas en la economía del desarrollo que para las buenas. Arthur Lewis y Gunnar Myrdal ambos ganaron un Premio Nóbel. P.T. Bauer fue descalificado como un herético, y el pobre Herbert Frankel fue ignorado y luego olvidado por completo. Yo vengo a hablar aquí ante ustedes orgullosamente aspirando a ser el Herbert Frankel de esta generación.
Esto no es una manera de decir que los economistas de desarrollo no eran capaces de cambiar con los sucesos. En la década de los ochenta, las ideas de libre mercado finalmente empezaron a ganar aceptación entre algunos economistas de desarrollo debido al fracaso de la ayuda externa y al éxito de los tigres asiáticos. Aún así, paradójicamente, estos mismos economistas de desarrollo no renunciaron a su técnica de planificar desde arriba hacia abajo. Solamente recitar las palabras “mercados libres” no lo absuelve a uno de ser un planificador. Como la cita de Hayek acaba de señalar, los mercados evolucionan de abajo hacia arriba sin ningún diseño consciente. Con poco conocimiento de las medidas, la política, o las instituciones locales los burócratas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial impusieron sus propios diseños de transición hacia un mercado libre en África, Latinoamérica y el Medio Oriente en la década de los ochenta y la de los noventa.
Estos intentos se volvieron aún más absurdos con la caída del Muro de Berlín y la imposición de la “terapia de shock” sobre Europa Oriental y la antigua Unión Soviética, en un intento de gran envergadura por parte de los mismos burócratas de convertir en un solo golpe a una economía comunista en una capitalista. Jeffrey Sachs fue el padre intelectual de la terapia del shock. De nuevo, los críticos estuvieron en la minoría. Peter Murrell de la Universidad de Maryland y John McMillan de Stanford indicaron los sorprendentes vacíos de los terapeutas del shock. Como lo resumió McMillan, “si hubiésemos podido planear las reformas, entonces hubiésemos podido planificar la economía”.
En los ochenta y noventa, el crecimiento en el PIB per cápita fue de cero en África, Latinoamérica y el Medio Oriente, y las repúblicas de la antigua Unión Soviética experimentaron una de las peores depresiones en la historia económica. La reacción luego de tal fracaso de estas mal llamadas “reformas de libre mercado”, impuestas por extranjeros, fortalecieron a figuras xenófobas y anti-libertad como Hugo Chávez de Venezuela, Evo Morales de Bolivia, Robert Mugabe de Zimbabwe y Vladimir Putin de Rusia.
Pero una vez más, estar en lo correcto conseguía poca recompensa: Murrell y McMillan fueron ignorados, mientras que Jeffrey Sachs se convirtió en un célebre economista a pesar del fracaso de la terapia del shock. Jeffrey Sachs consiguió aún más fama por su método de planificación desde arriba hacia abajo cuando redescubrió las ideas fracasadas hace más de 50 años acerca de las naciones atrapadas en la pobreza y el Gran Empuje de ayuda externa en el nuevo milenio. Estas ideas atrajeron a muchos, mientras que la libertad individual volvió a pasar de moda en el desarrollo; Sachs hasta se ganó el apoyo de estrellas de cine. Sachs citaba el apoyo de Hayek a sus ideas, pero desafortunadamente su apoyo no venía de Friedrich Hayek sino de Salma Hayek.
El orden espontáneo y la mente humana
¿Cómo es que el método de arriba hacia abajo todavía domina la economía del desarrollo a pesar de cincuenta años de predicciones fracasadas por parte de los expertos en desarrollo? Hay muchas razones, pero una que yo creo que es particularmente interesante es que nuestros cerebros están hechos para creer en la planificación desde arriba hacia abajo. El filósofo Daniel Denett argumenta que la evolución humana favoreció esa manera “intencional” de pensar. En cuanto a evolución, ver el comportamiento intencional de todos los animales era beneficioso. Cuando veías a un león moverse, podías apartarte si entendías que este pretendía comerte. Cuando veías a un grupo de cavernícolas de la cueva de al lado acercándose a ti con antorchas y bates, podías defenderte más efectivamente si veías a este grupo con una agenda específica, tal como matar a tus hombres y robar tus mujeres. Los cavernícolas que vieron acción intencional en todas partes sobrevivieron. Los que no, murieron.
Así que ahora tal vez podemos entender las aseveraciones de aquellos que le atribuyen el mal a los procesos espontáneos, tales como los manifestantes anti-globalización que dijeron en 2002 que los líderes corporativos se reúnen en “encuentros de alto nivel” para “delinear el camino de la globalización en nombre de las ganancias privadas”. Donde hay desigualdad en las economías de mercado, la gente cree que alguien pretendió empobrecer a las personas más pobres. Donde hay emprendedores que actúan de manera espontánea y de esa manera crean trabajos y al mismo tiempo destruyen otros, los recientemente desempleados muchas veces creen que alguien conspiró para quitarles su trabajo. Con nuestro antepasado cavernícola, es difícil entender que ninguna persona pretende los buenos o los malos resultados. Otro Premio Nóbel, Kenneth Arrow (alguien que, a diferencia de Hayek, no es visto como un ideólogo de derecha), dijo: “La noción de que a través del funcionamiento de un sistema entero los efectos podrían ser muy diferentes y hasta opuestos a las intenciones es seguramente la contribución intelectual más importante que el pensamiento económico ha hecho al entendimiento general de los procesos sociales”.
La idea que el orden espontáneo no está diseñado o pretendido por alguien se ha vuelto mucho más comprensible en nuestros días de lo que era en los tiempos de Hayek. Ahora nos damos cuenta de que cosas tan diversas como el Internet, el lenguaje, la evolución biológica, las redes sociales, e incluso los peatones caminando en una acera sin tocarse son órdenes espontáneos, con nadie a cargo. Ver el absurdo de la planificación central en estas situaciones ilustra cuán espontáneos estos son: ¿Qué tan bien crees que funcionaría tener un planificador central que nos asigne a nuestros amigos y parejas? ¿Qué tan bien crees que funcionaría que el Departamento de Caminar de Manhattan nos de a cada uno, cada mañana, nuestros caminos precisos dentro de la acera para que no nos golpeemos? Pero cuando persiste la manera de pensar de los cavernícolas de ver a los resultados como pretendidos por alguien, incluso los órdenes de abajo hacia arriba y espontáneos tales como los mercados, siempre se favorecerá la acción de arriba hacia abajo e intencional por parte de expertos que tratan de mejorar los resultados.
Hayek intentó contrarrestar este sesgo indicando qué tanta incertidumbre radical hay en la vida económica, la cual no es posible de procesar por un economista viendo las cosas desde arriba. Por ende, se necesita búsquedas descentralizadas e independientes de todo tipo de éxito por parte de individuos altamente informados y motivados. Él lo puede decir mejor que yo:
La interacción de individuos, que poseen diferente conocimiento y diferentes puntos de vista, es lo que constituye la vida del pensamiento. El crecimiento de la razón es un proceso social basado en la existencia de tales diferencias . . . [S]us resultados no pueden ser previstos . . . . [N]o podemos saber qué opiniones asistirán en este crecimiento y cuáles no.
Y
La libertad es esencial para dar lugar a lo imprevisible e impredecible; la queremos porque hemos aprendido a esperar de ella la oportunidad de realizar muchos de nuestros objetivos . . . . Confiamos en los esfuerzos independientes y competitivos de muchos para inducir la existencia de lo que querremos cuando lo veamos.
La manera en que países fueron exitosos en desarrollarse es a menudo encontrando un gran éxito en los mercados de exportación. Es imposible predecir cuál será el gran éxito. Por eso se necesitan los “esfuerzos independientes y competitivos de muchos” a los cuales Hayek se refería. ¿Quién hubiera previsto que las flores de Kenya capturarían 40 por ciento del mercado europeo que provee a aquellos hombres románticos que llevan flores a casa para sus esposas? Podría decirse lo mismo de los trajes de algodón para mujeres fabricados en Fiji (42 por ciento del mercado estadounidense), de los muelles flotantes hechos en Nigeria (84 por ciento del mercado noruego), de los circuitos electrónicos integrados de las Filipinas (71 por ciento del mercado mundial), o de los jets regionales hechos en Brasil (Embraer ahora tiene 22 por ciento del mercado mundial). El éxito más importante en las exportaciones de Egipto, representando 30% del total de sus exportaciones, son cerámicas de baño, de las cuales 93 por ciento van a Italia. ¿Puede usted imaginarse a un experto en desarrollo diciéndole a los egipcios, “¡El secreto es exportar inodoros a Italia!”?
El desarrollo es impredecible
¡Hayek correctamente predijo que el desarrollo sería impredecible! Esto podría sonar contradictorio, pero esta es una hipótesis genuinamente observable, como la predicción de la teoría de mercados eficientes de que nadie puede, año tras año, predecir la bolsa. Las tasas de crecimiento económico satisfacen la hipótesis anteriormente mencionada, no solamente las anécdotas mencionadas antes, pero también en investigaciones realizadas por mí y por otros que han descubierto que el crecimiento económico rápido rara vez persiste. China e India son los que crecen rápido ahora pero eran los que crecían lento en la década de los sesenta y la de los setenta; Brasil y Costa de Marfil crecían rápido en esa época pero han tenido crecimiento bajo desde 1980. El análisis estadístico sugiere que el crecimiento económico rápido en el corto plazo está determinado principalmente por factores transitorios que no pueden ser previstos. Incluso un mercado completamente libre tendrá intervalos variables de alto crecimiento durante períodos en los que los empresarios tienen mucho éxito y de bajo crecimiento cuando hay escasez de éxitos.
De esta manera la diferencia entre los sistemas exitosos de abajo hacia arriba que protegen la libertad individual y los sistemas que restringen la libertad no puede observarse de manera clara en las tasas de crecimiento a lo largo de períodos limitados, o incluso en períodos de hasta una década. Esta dificultad es explotada por los críticos de la libertad, quienes fácilmente pueden citar un ejemplo de un país no libre con crecimiento rápido (China es el actual favorito). De hecho, las tasas de crecimiento son tan volátiles que los expertos pueden comprobar casi cualquier teoría de desarrollo económico con un ejemplo de un país con crecimiento económico alto que también posee una política económica del agrado del experto. Estos argumentos son el equivalente intelectual de un apostador en Las Vegas que le atribuye su racha de buena suerte a las medias que tenía puestas en ese momento, y luego seguirá usando sus cada vez más apestosas medias en un intento fútil de reproducir esa suerte.
La diferencia entre los sistemas libres y no libres aparece en comparaciones a largo plazo, como en el nivel de ingreso per cápita. El hecho relevante acerca del desempeño de China a largo plazo es que su ingreso per cápita todavía está en la posición 122 en el mundo, detrás de Albania, Ecuador, Gabón, Jamaica, y Surinam, y es un décimo de lo que es el de Estados Unidos. Los niveles de ingreso per cápita están fuertemente correlacionados con las medidas de libertad económica y política, y las técnicas estadísticas sugieren que esta correlación es causal: la libertad causa la prosperidad. Corea del Norte ha tenido periodos de alto crecimiento, pero sería difícil descartar el argumento a favor de la libertad por la gran diferencia que existe hoy en ingreso per cápita, salud y nutrición entre los libres coreanos del sur y los esclavizados coreanos del norte.
La libertad individual
El último intento que nosotros los expertos en desarrollo necesitamos para encontrar empleo es que aceptemos que la libertad individual es el mejor sistema, y también decir que se necesitan expertos en desarrollo para diseñar las reglas que permiten la libertad individual. Es cierto que la libertad necesita de las reglas gubernamentales que protejan la propiedad privada, hagan respetar los contratos, prevengan el fraude y el robo, y muchas otras normas de buen comportamiento que hacen posible el trato entre individuos. Pero eso no significa que los expertos necesitan diseñar las reglas gubernamentales desde arriba hacia abajo. El último y posiblemente el más importante descubrimiento de Hayek fue que las reglas gubernamentales en un libre mercado no son diseñadas, evolucionan de abajo hacia arriba. Como lo dijo Hayek: “El valor de la libertad consiste principalmente en la oportunidad para el crecimiento de aquello que no ha sido diseñado, y el funcionamiento beneficioso de una sociedad libre depende en gran parte de la existencia de instituciones creadas libremente”.
¿Cómo crecen las instituciones libremente? Aquí pienso que los economistas han descubierto más cosas desde el tiempo en que Hayek escribió, aunque todavía tenemos mucho que aprender. Ahora tenemos la “teoría de juegos”, la cual puede describir un resultado en el cual cada uno de nosotros está de acuerdo con respetar los derechos de propiedad y contratos de todos los demás. Cualquiera que hace trampa o roba puede ser castigado con el ostracismo social, el cual carga la penalidad adicional de exclusión de contratos lucrativos en el futuro con otras personas. La norma social se estabilizará alrededor del respeto a la libertad individual que trata a los individuos tanto como merecedores de los frutos de su propio esfuerzo así como también responsables de cualquier costo que ellos impongan sobre el resto de nosotros. Desafortunadamente, también hay otro equilibrio. Si la trampa y el robo empiezan a ser aceptados ampliamente como algo normal, y cada individuo espera vivir de todos los demás, entonces tal sociedad puede quedarse estancada en un resultado de desconfianza y puede que no sea capaz de alcanzar la norma de la libertad. De hecho, las diferencias internacionales como respuesta a la pregunta de la Encuesta Mundial de Valores de que si los individuos debieran responsabilizarse por sí mismos (lo más cercano que este cuestionario llegó a la libertad individual) son pistas excelentes para saber qué sociedades de hecho tienen un libre mercado e instituciones democráticas. Por supuesto, se necesita un gobierno que pase leyes para hacer respetar las reglas, pero los buenos gobiernos simplemente formalizan las normas sociales que vienen de abajo y que respetan la libertad, la cual en gran parte causa el respeto a las reglas.
¿Qué explica las diferentes normas sociales en diferentes países? Aquí, francamente, ni Hayek ni los investigadores de hoy han llegado a una respuesta completamente satisfactoria. Probablemente, accidentes históricos importan: Un estudio reciente encuentra más desconfianza en regiones de África donde individuos fueron traicionados y vendidos como esclavos durante los siglos cuando existía ese mercado. Pero Hayek también sugirió que las reglas y normas están en sí sujetas al proceso evolutivo de supervivencia de los más aptos (tal vez el proceso es más lento de lo que quisiéramos). ¡Los individuos en sociedades pobres sin libertad que ven la conexión entre la libertad y la prosperidad van a querer libertad!
Ahora, un rol claro para los expertos en desarrollo: Pueden intentar acelerar el proceso evolutivo convenciendo a los individuos alrededor del mundo de cómo un sistema de abajo hacia arriba funciona a largo plazo cuando la gente valora la libertad individual.
Estos beneficios no son abstractos: Como una porción de las naciones con libertad económica y/o política ha tenido una tendencia constante hacia arriba desde 1970, la tasa global de pobreza se ha reducido por dos tercios. Para el ciudadano de Kenya empleado en exportar flores a Europa y para el egipcio empleado en la exportación de inodoros a Italia, el libre comercio no es una abstracción.
Tenemos ejemplos similares de cómo escapar de la pobreza en nuestra propia historia. En 1927, un bebé llamado Nathan nació en el Tercer Mundo de Estados Unidos, Virginia del Oeste. Su padre, un inspector de tala de madera mal pagado, murió de tuberculosis cuando el niño tenía dos años. Su madre, llamada Dora, se quedó a cargo de dos niños en Virginia del Oeste durante los peores momentos de la Gran Depresión. Si alguna vez hubo un círculo vicioso de la pobreza, este era uno. Pero Dora trabajó tan duro que fue capaz de mandar a Nathan a la Universidad de Virginia del Oeste (WVU, por su nombre en inglés). Nathan también continuó trabajando duro en varios trabajos hasta que pudo financiar su retorno a WVU para obtener un doctorado en biología. Se fue de Virginia del Oeste debido a una exitosa carrera como profesor de biología, para darles a sus hijos un estilo de vida de clase media. Yo debería saberlo porque yo fui uno de esos niños; Nathan es mi padre. Yo dedico este premio Hayek esta noche a mi padre, como agradecimiento por haber hecho realidad el sueño americano para nuestra familia.
Con tantos ejemplos inspiradores, les debemos a los pobres en todas partes del mundo la defensa de los valores de la libertad individual, los cuales le ofrecen al mundo la última y mejor esperanza de acabar con la pobreza.
Yo cerraré parafraseando a mi político favorito de EE.UU. que amaba la libertad, Abraham Lincoln:
Somos, nosotros, los vivos, los que debemos dedicarnos aquí a la tarea inconclusa que, aquellos que vinieron antes que nosotros, avanzaron tan noblemente. Somos los vivos los que debemos dedicarnos aquí a la gran tarea que aún permanece ante nosotros—que resolvamos aquí, firmemente, que este mundo tendrá un nuevo nacimiento de libertad—y que el desarrollo del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra.

Los keynesianos cebaron la crisis subprime

por Juan Ramón Rallo
Juan Ramón Rallo Julián es investigador del Instituto Juan de Mariana (España).
Durante los últimos días, el Premio Nobel de Economía Paul Krugman ha sufrido un duro revés en su credibilidad, al airearse varias declaraciones suyas de 2001 y 2002 en las que aconsejaba a la Reserva Federal bajar los tipos de interés para reactivar la economía creando una burbuja inmobiliaria. Así, por ejemplo, escribía en el New York Times que: “Para combatir esta recesión, la Fed necesita contestar con mayor brusquedad; hace falta incrementar el gasto familiar para compensar la languideciente inversión empresarial. Y para hacerlo, Alan Greenspan tiene que crear una burbuja inmobiliaria para reemplazar la burbuja del Nasdaq”.
Y si bien a muchos nos ha sorprendido la imprudencia de Krugman por destapar las ruinosas cartas del keynesianismo, no nos ha extrañado en absoluto que el economista estadounidense sostuviera estas ideas. Al fin y al cabo, se enmarcan en la mejor tradición keynesiana de que las crisis económicas son períodos de irracional inestabilidad en los mercados que pueden y deben prevenirse mediante políticas estabilizadoras de la demanda, ya sean monetarias o fiscales.
La teoría keynesiana se contrapone por completo a la austriaca, que caracteriza las crisis como un período de purga o de liquidación de las malas inversiones que se habían generalizado en la economía como consecuencia de la expansión crediticia artificial que se había generado con anterioridad. Las crisis son el colofón necesario de que la inversión crezca por encima del volumen de ahorro real de una sociedad, es decir, de que se estén inmovilizando a largo plazo grandes sumas de dinero que los agentes económicos mantenían en su activo como saldos de tesorería (en lenguaje bancario: transformación de plazos).
Arnold Kling ha resumido con incisiva perspicacia la base del debate entre keynesianos y austriacos frente a las crisis económicas: “¿Es mejor una recuperación distorsionada que una recesión sin distorsiones?”. Los keynesianos, aun sin ser conscientes de ello, abogan por abortar el proceso de liquidación de malas inversiones (crisis) antes de que concluya y de iniciar acumulativamente una nueva fase de proyectos empresariales erróneos (recuperación). La idea final es encadenar lo peor con lo malo bajo la esperanza de que las economías siempre dispondrán de una plataforma en la que apoyarse para lograr impulso ante sus políticas de estímulo artificial.
El problema es que esa plataforma no es otra que la liquidez de los agentes económicos: la parte de su activo neto que pueda enajenarse en cualquier circunstancia sin pérdida de valor. Las recuperaciones distorsionadas que promueven los keynesianos se producen a costa de mermar cada vez más la liquidez de los agentes, hasta que llega un punto (como ahora) en el que se encuentran la despensa vacía y la política monetaria (obviamente también la fiscal) se muestra del todo impotente para promover una nueva recuperación distorsionada.
Los keynesianos han venido calificando esta situación como “trampa de la liquidez”, es decir, un escenario en el que por muy bajos que sean los tipos de interés no se logra que los agentes económicos demanden crédito para acometer nuevas inversiones. No entienden que si se ha llegado a semejante extremo es porque en el pasado han deteriorado tanto las posiciones de liquidez de los agente que ya nadie está en condición de volver a endeudarse (un incremento del pasivo supone un deterioro adicional de la liquidez). Puedes llevar al caballo al río pero no puedes forzarlo a beber.
Eventualmente, la suma de recuperaciones distorsionadas genera una depresión de considerable intensidad. Por eso las teorías keynesianas se encuentran entre las principales responsables intelectuales de la crisis actual. La burbuja inmobiliaria que quiso crear Krugman en 2001 para encarrilar una recuperación distorsionada de la crisis de las acciones puntocom ha sido la puntilla de décadas de errores empresariales acumulados en forma de deterioro de las posiciones de liquidez de los agentes económicos.

viernes, 19 de junio de 2009

La receta austriaca frente a la fantasía keynesiana

Por: Mark Thornton
La actual crisis ha revelado las raíces keynesianas de la economía convencional. El único debate ha sido el tipo y tamaño de los rescates y planes de estímulo. Por ejemplo, el premio Nobel Joseph Stiglitz de la Universidad de Columbia piensa que la nacionalización bancaria es preferible al plan de alivio de activos tóxicos de Geithner-Summers. La fantasía keynesiana es realmente una monomanía porque, en última instancia, consiste en la obsesión en una sola panacea, más gasto público. Entretanto, los austriacos defienden el conjunto de políticas contraria y han sostenido heroicamente su receta de la liquidación.
El elevado grado de unanimidad entre los economistas de la corriente principal (mainstream) a favor de los rescates y planes de estímulo se hizo evidente en la reciente convención de la American Economic Association. Además de esta unanimidad, los economistas convencionales se han convertido en más influyentes y poderosos que nunca. Por ejemplo, Paul Krugman, el premio Nobel en economía más reciente y columnista del New York Times, apoya los planes de estímulo para combatir la recesión.
No importa cuántos nuevos planes se ofrezcan, su única queja es que no es suficiente. El antiguo compañero de Krugman en la Universidad de Princeton, Ben Bernanke, a cargo ahora de la Reserva Federal, cree que si él puede arreglar los problemas de la economía financiera también puede evitar que los problemas se extiendan a la economía real.
Larry Summers, antiguo economista y presidente de la Universidad de Harvard es ahora el director del Consejo Económico Nacional del presidente Obama y, presumiblemente, el coordinador de los planes para atajar la crisis económica. Es interesante mencionar que Summers es el hijo de dos economistas académicos y es el sobrino de los premios Nobel,Paul Samuelson y Kenneth Arrow. También es considerado uno de los mentores del Secretario del Tesoro, Timothy Geithner, quien trabajó bajo órdenes de Summers en el departamento del Tesoro durante la Administración Clinton.
La receta austriaca contra la crisis
Todo esto me sugiere que esta crisis es un “test de mercado” para los economistas mainstream. Nunca antes tantos economistas académicos han tenido un papel tan importante en la política económica del Gobierno federal. Si incluimos a los dos de fuera (del Gobierno), Stiglitz y Krugman, con los poderosos de dentro (del Gobierno), Bernanke y Summers, tenemos una buena muestra acerca de la economía convencional de elite.
Dado que el Congreso ha votado muy pocas de las muchas medidas adoptadas por la Administración para atajar la crisis, se supone que este equipo económico, incluyendo al secretario Geithner, es responsable del diseño de la mayoría de las respuestas a la crisis.
Sus respuestas equivalen a medidas keynesianas puras y duras. En el último trimestre de 2007, aplicaron los típicos recortes de tipos de interés de la Reserva Federal. Luego, en enero de 2008, el primero de los movimientos sin precedentes vino de Bernanke cuando la FED empezó a subastar activos en la ventana de descuento. Esto fue seguido por una respuesta sin precedentes detrás de otra, rescates, estímulos, y garantías gubernamentales, tales como incrementar la cobertura del seguro del FDIC [Fondo de Garantía de Depósitos] sobre depósitos bancarios y extenderla a fondos del mercado monetario. Todo esto equivale a billones de dólares de más gasto público.
Es decir, Obama no trajo ningún “cambio”, tan sólo incrementó la magnitud y velocidad de las políticas. Los rescates, planes de estímulo y garantías públicas deberían ser vistos como una especie de proteccionismo por la puerta de atrás. Washington está protegiendo a Wall Street; está protegiendo a los bancos; está protegiendo a las compañías de automóviles; y está protegiendo los empleos en general. Entre los gobiernos extranjeros ya se han suscitado preocupaciones sobre este perfil rescatador del Gobierno, de proteccionismo y posibilidad potencial de una guerra en el comercio global.
Por supuesto, si señalas este punto a cualquiera de los economistas de la elite en Washington se burlarían y negarían la culpa. ¿Por qué? Porque todos los economistas saben que el proteccionismo sólo agravará los problemas. La Ley Arancelaria Smoot-Hawley convirtió a la Gran Depresión en algo mucho peor, y este creciente proteccionismo puede provocar guerras comerciales.
La receta austriaca para la crisis económica es muy simple y requiere poca acción por parte del Gobierno. El enfoque keynesiano es una receta para el desastre. Aquí están los ingredientes pasivos de la receta Austriaca:
Permitir la liquidación de empresas en quiebra y de su deuda: nada de rescates públicos.Permitir que caigan los precios: nada de inflación monetaria.No apoyar artificialmente al empleo: nada de estímulos económicos.No conceder avales públicos: nada de nacionalizaciones de las llamadas government-sponsored enterprises (GSEs) ni de expandir la cobertura del FDIC.No subvencionar el desempleo: nada de extender el subsidio de paro desempleo.No castigar o desincentivar el ahorro.
Esta receta producirá la recuperación más rápida posible y minimizará la magnitud del daño económico. El lado activo en términos de políticas austriacas consistiría en reducir el tamaño del gobierno, presupuesto, impuestos, y regulaciones.
Debería ser bastante obvio que los Austriacos y los economistas Keynesianos tienen opiniones totalmente contrarias acerca de cómo resolver la actual crisis económica. Para ver cómo podría resultar, echemos un vistazo hacia atrás a la historia económica americana.
El siguiente super ciclo
Los economistas convencionales identifican los giros en el ciclo económico mediante los datos que aporta elNational Bureau of Economic Research (NBER). Esta información parece sugerir que las contracciones se están haciendo más cortas en duración mientras que las expansiones son más largas. Sin embargo, hay muchos problemas significativos con los datos de los ciclos del NBER.
Un problema es que los datos del NBER oscurecen lo que denomino “super ciclos”, que no deberían ser confundidos con los ciclos de Kondratiev o las Olas de Elliot. El primero de estos super ciclos es la Era Progresiva, cuando se acometieron un conjunto de cambios radicales en la Constitución, el gobierno y la economía. Este super ciclo abarca los cinco ciclos desde 1907 a 1921. El segundo super ciclo fue la Gran Depresión desde 1929 pasando por la Segunda Guerra Mundial, y el tercer super ciclo fue laGran Estanflación de los ‘70, que duró desde 1970 hasta 1982.
Otro problema consiste en cómo medir mejor la economía a lo largo del ciclo económico. El NBER tiene en cuenta muchos factores para calcular los picos, valles, y recesiones, pero en gran medida se resumen en el PIB. Un problema con este enfoque es que a lo largo del tiempo el gasto público ha aumentado notablemente en relación al sector privado.
El gasto del Gobierno federal es menos susceptible a recortes durante las recesiones, debido al poder del Ejeuctivo para incurrir en déficits presupuestarios, subir impuestos y generar inflación. Las grandes cantidades de gasto público gubernamental hacen que los ciclos más recientes parezcan menos importantes que los antiguos ciclos cuando se mide en términos de PIB.
Sin embargo, el gasto público no es comparable al privado, ya que su valor no depende directamente de los consumidores, y buena parte de él es realmente nocivo para la economía. El Gobierno podría pagar a la gente para que cavara hoyos y a otra gente para que los llenara, y así se incrementaría el PIB, pero nadie sostiene que ése sea el camino de la prosperidad.
Tratando de corregir este problema con lo aportado por Murray Rothbard y los cálculos de Robert Batemarco, encontramos que los tres super ciclos del siglo XX coincidieron con el ascenso de intervencionistas de diversos tipos: los progresistas (1907-1921), los defensores del New Deal (1929-1945) y los keynesianos (1970-1982).
En contraste, si miramos a las recesiones normales, donde el país no estaba en guerra, estaba bajo el patrón oro y donde la política keynesiana no era dominante, nos encontramos una historia muy diferente. Por ejemplo, las recesiones de 1953-54, 1957-58, y 1960-61 fueron cortas en duración, poco profundas y fueron seguidas por un crecimiento robusto.
En la actualidad, la burbuja inmobiliaria alcanzó su cumbre en julio de 2005. La inversión privada, un indicador fundamental de la economía, hizo lo propio en 2006. A medida que las condiciones adversas en la industria constructora se extendieron, la economía se dio un traspié a finales de 2006 y otra vez a finales de 2007, antes de caer en clara depresión en 2008. El tamaño y alcance de los remedios de las políticas keynesianas empleadas desde finales de 2007 no tiene precedentes. Con el resurgir de la economía keynesiana sólo podemos concluir que las precondiciones para un nuevo super ciclo ya están puestas, y que si las políticas no se revierten, nos enfrentaremos a muchos años de condiciones económicas depresivas.
Artículo elaborado por Mark Thornton y publicado originalmente en el Ludwig von Mises Institute.

Por un cambio en el sistema de propiedad

por: Juan José Garrido Koechlin.
Los recientes acontecimientos, trágicos en todo sentido, han producido una plétora de acusaciones, explicaciones y sofismas de uno y otro lado, carentes de una solución al problema central de los pobladores de la Selva y, para tal caso, de la Costa y Sierra: nuestro sistema de propiedad.
A diferencia de otros países donde la propiedad se adquiere bajo el concepto de "apropiación original" –Homestead Principle- y donde el propietario es dueño tanto del suelo como del subsuelo -y los aires que esté en capacidad de usar-, en el Perú la propiedad está reglamentada en la Constitución (art. 66) bajo el principio estatista donde quien adueña el subsuelo y –por lo tanto- determina los fines de dicha riqueza, es el estado.
Esto, que para algunos será anecdótico, es lo que diferencia a un tejano de un piurano o pucalpino: si el primero encuentra petróleo en sus tierras, es capaz de enriquecerse a partir de negociar -o explotar directamente- dicho recurso; por el contrario, si eso ocurriese en el Perú, el estado removería a los pobladores de la zona para concesionarla posteriormente, dado que es él quien apropia el subsuelo
El principio de "apropiación original" –proveniente de Locke-, establece que “la colonización y transformación pacífica es la condición para que un recurso que no tiene dueño se convierta en propiedad legítima; cualquier recurso que no haya sido "mezclado" con el trabajo de alguien, o que haya sido abandonado por su anterior propietario, es considerado como recurso sin dueño. La primera persona que "mezcle" su trabajo con el recurso se convierte en su propietario legítimo. Una vez que un recurso se ha convertido en propiedad legítima de un individuo, la única manera justa en que la propiedad puede ser transferida a otra persona, de acuerdo al principio de libertad individual, es a través del intercambio voluntario o por medio de donaciones".
El problema central no es pues, como algunos plantean, la inadecuada distribución de la riqueza, sino los principios de propiedad que rigen las vidas de los peruanos. Por ello, debemos establecer éste principio -otorgar propiedad real sobre las tierras y sobre los frutos de la misma- por dos motivos: porque es lo moral y porque es la única forma que los pueblos tienen de obtener una real capacidad de desarrollo. Si a ello sumamos bajos costos de transacción, se producirá necesariamente una reasignación de los derechos de propiedad establecidos hacia aquellos que los valoren en mejor medida (el Teorema de Coase), beneficiando así a todos los peruanos

sábado, 13 de junio de 2009

Cómo convertir una recesión en una depresión

por: William Niskanen
Willliam Niskanen es Presidente Emeritus de la Junta Directiva y Economista Distinguido. Este ensayo fue publicado originalmente en inglés enel Cato Policy Report de Marzo/Abril 2009.
Cuatro políticas económicas federales transformaron la recesión del presidente Herbert Hoover en la Gran Depresión: aranceles más altos, sindicatos más fuertes, tasas tributarias marginales más altas, y una contracción de la oferta de dinero. El presidente Obama, desafortunadamente, ha respaldado alguna variante de las primeras tres políticas, y en aproximadamente un año se enfrentará a una decisión crítica acerca de la política monetaria.
El comercio
La Ley de Aranceles Smoot-Hawley fue aprobada por el Congreso estadounidense en mayo de 1929, antes del colapso de la Bolsa de Valores en octubre, y fue implementada en junio de 1930 a pesar de la oposición de muchos economistas y de varios empresarios importantes. Se aumentaron en un 60 por ciento los aranceles sobre 3.200 productos importados, aunque muchas importaciones continuaron ingresando libres de impuestos. Además, gran parte de los aranceles eran en dólares por unidad, por lo que el costo real de los aranceles aumentó con la deflación que vino después. Esta ley provocó que otros 60 gobiernos implementaran aranceles en retaliación. Los aranceles más altos y la recesión general redujeron el total del comercio mundial en alrededor dos tercios para 1933, y la tasa de desempleo de EE.UU. aumentó de 7,8 por ciento cuando la ley Smoot-Hawley fue implementada a 25,1 por ciento en 1933.
El senador Obama fue uno de los proponentes de la Ley de la Moneda Justa de 2007, la cual hubiera autorizado un arancel compensatorio sobre los productos importados de una economía que no fuera de mercado y que tuviera un tipo de cambio que subestimara el valor de su moneda. Aunque estaba dirigida principalmente a China, fue ampliada para incluir también a Canadá y a México. La aprobación de esta ley muy probablemente hubiera provocado algún tipo de retaliación. EE.UU. es especialmente vulnerable a una retaliación por parte de China debido a depende de ese país para financiar el déficit en su cuenta corriente. Una aseveración del secretario del Tesoro, Timothy Giethner, durante una audiencia para su confirmación, aumenta el prospecto de que la administración Obama decidirá que China ha manipulado su moneda. Durante su campaña para la presidencia, Obama también propuso abrir el TLCAN para renegociar los estándares laborales y ambientales, y se opuso a varios acuerdos comerciales pendientes que ya habían sido negociados pero que todavía no han sido aprobados. Durante las deliberaciones en el Congreso acerca de la ley de estímulo de 2009, sin embargo, el Presidente Obama expresó que se debía tener cuidado con cualquier provisión de “Compre estadounidense” que podría provocar una retaliación comercial.
Política laboral
La Ley Davis-Bacon de 1931 requirió que los trabajadores empleados en proyectos de construcción financiados por el gobierno federal no recibieran un salario menor al que recibían otros trabajadores de la zona en proyectos similares. La Ley Norris-LaGuardia de 1932 hizo no ejecutables en las cortes federales a los contratos yellow dog, los cuales hacían de la promesa de no afiliarse a un sindicato una condición para recibir empleo, y prohibió cualquier mandato judicial federal en las disputas laborales no violentas. Esto fue seguido por la Ley Wagner de 1935—la cual garantizaba el derecho de los trabajadores a organizar sindicatos, a tener negociaciones colectivas, y a huelgas—y la Ley de Estándares Laborales Justos de 1938, la cual estableció el salario mínimo federal y prohibió el trabajo infantil. Estas leyes aumentaron el costo real de los servicios laborales, especialmente en el sector industrial, y contribuyeron de manera importante al aumento substancial en la tasa de desempleo durante la Gran Depresión.
El senador Obama fue uno de los promotores originales de la Ley de Libre Elección de 2007, cuyo principal efecto hubiese sido prohibir el voto secreto en la decisión de certificar o no a un sindicato. Otra provisión de esta propuesta hubiese autorizado al Estado a escribir el contrato laboral en las empresas recientemente sindicalizadas si la administración y el sindicato no hubiesen acordado un contrato laboral inicial dentro de un tiempo determinado. Obama también ha sido un defensor consistente de salarios mínimos más altos, los cuales aumentan la tasa de desempleo para los trabajadores jóvenes y con poca preparación.
Impuestos
Un año antes del punto más bajo de la Gran Depresión, la Ley de Ingreso de 1932 aumentó la tasa marginal máxima del impuesto sobre la renta personal del 25 al 63 por ciento, subió la tasa del impuesto de renta corporativo del 12 al 13,75 por ciento, y duplicó la tasa del impuesto a las propiedades. La Ley de Ingreso de 1936 aumentó aún más la tasa marginal máxima del impuesto sobre la renta personal hasta llegar al 79 por ciento y la tasa sobre las ganancias corporativas no distribuidas a un 42 por ciento. Estas dos leyes tributarias aumentaron las tasas de impuestos federales más que en cualquier otro periodo de paz y extendieron la duración de la Gran Depresión al debilitar significativamente el incentivo para trabajar, invertir y aumentar la productividad.
Durante su campaña presidencial, el senador Obama propuso una combinación de créditos tributarios para hogares de ingresos bajo y medio, un aumento substancial en las tasas tributarias marginales para los hogares con un ingreso anual superior a los $250.000, y varios cambios selectivos en la tributación de las empresas. La tasa marginal máxima del impuesto sobre la renta sería aumentada del 35 al 39,6 por ciento, el impuesto marginal sobre las planillas aumentaría del 1,45 al 5,45 por ciento (más un aumento similar para el patrono), y la tasa sobre las ganancias de capitales y dividendos sería aumentada del 15 al 20 por ciento. Una eliminación gradual de la exención personal y de deducciones específicas añadirían alrededor de 4,5 puntos porcentuales a la tasa de impuesto marginal (un cálculo de la Tax Foundation).
La tasa tributaria marginal total, por lo tanto, aumentaría del 36,45 al 49,55 por ciento, reduciendo en alrededor de un quinto el rendimiento después de impuestos de los ingresos adicionales. Muchos propietarios de empresas pequeñas y muchas parejas profesionales estarían sujetos a estas tasas tributarias más altas. Obama no ha propuesto una reducción del impuesto de renta corporativo, aunque la tasa de éste es ahora la segunda más alta entre las naciones industrializadas. Los cambios que ha propuesto en cuanto a la tributación de empresas están diseñados para cambiar la composición de la actividad empresarial estadounidense, aumentando los impuestos sobre las empresas de petróleo y gas y las multinacionales estadounidenses que difieren la repatriación de ganancias en el extranjero a favor de empresas que produzcan energía renovable y aumenten el empleo doméstico.
Las tasas de impuestos federales propuestas por Obama no son muy distintas a aquellas que había antes de la era de reducción de impuestos de Reagan, pero constituirían un aumento considerable en relación a los últimos años en una época en que muchos otros gobiernos están reduciendo sus tasas de impuestos a la renta de las personas y de las empresas.
Política monetaria
En retrospectiva, el origen de la Gran Depresión parece sorprendentemente similar a las condiciones recientes—con una gran excepción. La Reserva Federal había aumentado la oferta de dinero desde 1921 hasta 1927 en aproximadamente un 60 por ciento, contribuyendo al rápido aumento en los precios de las acciones. A principios de 1928, sin embargo, la Reserva Federal inició una política de restricción monetaria que continuó hasta mayo de 1929, aumentando la tasa de descuento del 3,5 por ciento al 5 por ciento en tres etapas. Esto provocó el colapso de la bolsa en octubre de ese año.
La caída en los precios de las acciones y la deflación general que luego vendría condujeron a un gran aumento en la demanda de dinero. Sin embargo, luego del colapso del Banco de Estados Unidos en diciembre de 1930, la Reserva Federal aumentó las tasas de interés nuevamente a principios de 1931. De 1929 a 1933, la oferta de dinero se redujo en alrededor de un tercio, limitada por las reglas del patrón de oro, aunque el Banco de la Reserva Federal de Nueva York había urgido consistentemente por una política de expansión monetaria. Durante este periodo, el número de bancos estadounidenses también se redujo aproximadamente en un tercio debido a quiebras o fusiones.
Esta combinación de un gran aumento en la demanda de dinero y una reducción substancial en la oferta del dinero fue la principal causa de la primera etapa de la Gran Depresión. Este periodo de contracción monetaria acabó hasta 1933 cuando el presidente Roosevelt aumentó el precio del oro en un 75 por ciento, permitiendo una expansión renovada de la oferta de dinero. En 1936 y 1937, sin embargo, la Reserva Federal duplicó los requisitos de reservas bancarias, derivando en la recesión corta y severa de 1937-38 dentro del periodo más amplio de la Gran Depresión.
La política monetaria que condujo a la recesión actual era similar a la política que condujo la primera etapa de la Gran Depresión. La Reserva Federal mantuvo una política monetaria expansiva desde 2001 hasta 2004, con una tasa de interés más baja que la tasa general de inflación, contribuyendo tanto a la burbuja de bienes raíces como al aumento de los precios de las acciones en la bolsa de valores. Luego, desde mediados de 2004 y hasta mediados de 2007, la tasa de interés aumentó en 4,25 puntos porcentuales, derivando esto en una caída de la inversión en bienes raíces que empezó en la primavera de 2006 y una caída en la bolsa de valores y el producto interno bruto que empezó en el otoño de 2007.
Al igual que en la década de los treinta, la caída en los precios de las acciones y la deflación que luego vendría aumentaron considerablemente la demanda de dinero y de otros instrumentos financieros tales como los bonos del Tesoro. La gran diferencia con dicho período es que la Reserva Federal ha mantenido una política monetaria muy agresiva desde mediados de 2007, reduciendo la tasa de interés en 5 puntos porcentuales. Además, desde el último otoño, la Reserva Federal ha comprado una amplia gama de instrumentos privados y públicos, duplicando la base monetaria desde agosto del año pasado. Este cambio dramático en la política monetaria es principalmente atribuible a las lecciones que el presidente de la Fed, Ben Bernanke, ha derivado de su estudio de los errores de política monetaria cometidos en los años treinta.
El aumento muy rápido en la base monetaria desde agosto pasado fue, en mi opinión, la respuesta correcta al inmenso aumento en la demanda de dinero y probablemente sea mucho más efectivo que cualquier plan de estímulo. Sin embargo representa un peligro potencialmente grande para el futuro. Cuando haya algún repunte en la inflación general y un aumento de confianza en la seguridad de los activos no monetarios, la demanda del dinero caerá a un nivel más normal en relación al ingreso monetario total.
En ese momento, la Reserva Federal y el gobierno de Obama se enfrentarán a una decisión muy difícil—permitir una tasa de inflación alta o aumentar las tasas de interés lo suficientemente rápido como para evitar ese resultado. La primera opción sería la política de inacción; la segunda opción requeriría vender casi todos los activos financieros que la Reserva Federal ha acumulado en los últimos meses. Yo creo que la hora para esta difícil decisión no está muy lejos, probablemente dentro de uno o dos años, una suposición basada en el hecho de que desde noviembre ya ha habido algunos aumentos en los precios de las acciones y de algunas materias primas. Y ese será un momento difícil para tomar esa decisión. El periodo de Bernanke como presidente de la Fed expira en enero de 2010 y, por supuesto, también habrá una elección para el Congreso ese otoño, reduciendo los incentivos y el respaldo para un aumento rápido en las tasas de intereses. La segunda opción también representaría el potencial de una recesión y recuperación en forma de W, extendiendo así el período de crecimiento económico débil para evitar una alta tasa de inflación. De cualquier manera, la única forma de evitar enfrentarse a una decisión tan difícil en el futuro más distante es corregir las condiciones que condujeron a que esta recesión se convirtiese en una crisis financiera. Esto requeriría de una reestructuración del mercado hipotecario de tal forma que las hipotecas y los títulos respaldados por hipotecas sean más líquidos y sus riesgos más transparentes.
Otras políticas relacionadas
Las políticas comerciales y laborales de los años treinta fueron diseñadas para mantener los precios de los productos y del empleo, usualmente a cuesta de las cantidades ofertadas. Otras políticas tuvieron los mismos objetivos y efectos. La Ley de Recuperación Industrial Nacional de 1933 autorizó a los carteles a mantener los precios. Hasta que esta ley fue declarada inconstitucional en 1935, por ejemplo, miembros de estos carteles estuvieron sujetos a multas por ofrecer descuentos. La peor de tales medidas fue la Ley de Ajuste Agrícola de 1933; hasta que esta ley fue declarada inconstitucional en 1936, autorizaba pagos a agricultores por reducir las acres bajo cultivo. En efecto, estas medidas establecieron un piso por debajo de los precios que no permitió el ajuste de muchos mercados laborales y de productos, dada la caída en la demanda nominal. Estas medidas fueron una razón importante por la cual la producción total no se recuperó al nivel de 1929 hasta 1939, y la tasa de desempleo a fines de esta década era de 17,2 por ciento. Varios programas agrícolas actuales también tienen en gran parte el mismo objetivo y los mismos efectos. El precio de la leche es mantenido por un cartel autorizado por el gobierno, el precio del azúcar por una cuota sobre las importaciones, y el precio del maíz ha aumentado por una regulación que requiere una producción substancial de etanol a base de maíz para uso como combustible. Desconozco cuál es la posición de Obama respecto al cartel de lácteos. No obstante, durante su campaña presidencial, el senador Obama fue un firme defensor tanto de la cuota para el azúcar como del programa para la producción de etanol.
Otra política de los gobiernos de Hoover y de Roosevelt era la de aumentar considerablemente el gasto federal en infraestructura pública, especialmente en instalaciones hidroeléctricas. Estos programas no redujeron la producción total, pero claramente no fueron efectivos, dada la combinación de otras políticas, en reducir la profundidad o duración de la Gran Depresión. El gobierno de Japón lanzó un programa estatal de infraestructura substancialmente más costoso en la década de los noventa, también sin ningún efecto en acabar con lo que resultó ser una década de crecimiento económico muy bajo. Una provisión importante de la propuesta de estímulo fiscal del presidente Obama, por supuesto, es un aumento significativo del gasto federal en infraestructura pública. Bernanke estuvo en lo correcto al indicar que “Es poco probable que las acciones fiscales promuevan una recuperación duradera a menos que sean acompañadas de medidas fuertes para estabilizar y fortalecer aún más el sistema financiero”.
Conclusión
La lección más importante de este ensayo es evitar repetir las políticas que aumentaron la profundidad y duración de la Gran Depresión.
Desafortunadamente, algunas de estas medidas todavía tienen un considerable atractivo político—limitar el comercio internacional, fortalecer a los sindicatos, otras medidas para mantener los precios de algunos productos y servicios laborales, e impuestos más altos sobre los ricos y las ganancias de capital. Una lección importante que parece que hemos aprendido de los 1años treinta es evitar reducir la oferta de dinero en respuesta a una demanda mayor de éste. Otra lección importante que todavía no aprendemos es que algo de gasto público en infraestructura podría ser popular y valioso pero no es muy efectivo para contrarrestar una recesión.
Todavía tenemos que aprender las lecciones acerca de lo que causó la actual recesión y la crisis financiera en general. EE.UU. había experimentado 11 recesiones desde la Segunda Guerra Mundial sin una crisis financiera general, así que algo nuevo debe haber ocurrido que causó la situación actual. Mi opinión es que las políticas estatales y las prácticas privadas que cambiaron la forma en que las hipotecas eran financiadas son ese factor novedoso peligroso, pero ese es un tema para otra ocasión. En este aspecto, estoy de acuerdo con la reciente conclusión de Bernanke de que “deberíamos reconsiderar las regulaciones al capital, las reglas de contabilidad, y otros aspectos del régimen regulatorio para asegurar que estos no induzcan un comportamiento pro-cíclico excesivo en el sistema financiero y en la economía”.