domingo, 23 de agosto de 2009

Prioridad en el desarrollo

Por: José Garrido
Además de aburrido y trivial, el mensaje presidencial -del 28 de julio- olvidó un aspecto crucial para concentrarnos en el desarrollo local; me refiero a cómo mejorar nuestra competitividad con miras a una mayor integración en el mercado global. Salvo el ministro Carranza -quien ha ofrecido llevar al Perú a los primeros 25 puestos del ranking Doing Business del Banco Mundial para el 2012-, no existen tampoco muchos en el Ejecutivo y Legislativo -menos aún en la prensa- que reconozcan la importancia de dicha oferta.
Si lo que deseamos es una mejora sistemática en los ingresos per cápita promedio, sería necesario empezar por analizar la descomposición del producto bruto total, así como la incidencia de las mejoras en productividad que sustentan dicha composición. Tomando como base de análisis los últimos cinco años (2004-2008), el PBI peruano se descompone básicamente de la siguiente manera: cerca del 60% del mismo se concentra en sectores no transables (Servicios 38%, Comercio 14% y Construcción 5%); Agropecuario, Pesca y Minería sólo conforman el 15% del mismo. En otras palabras, el Perú es otro ejemplo -en la historia del crecimiento económico- que evidencia cómo el desarrollo implica la transformación de la economía de una de sobrevivencia -agricultura, pesca, ganadería y minería, principalmente- a una basada en intangibles -comercio, servicios y otros que implican más conocimiento que bienes.
Ahora, una cosa es composición de la producción y otra es en qué sectores se basa el crecimiento -lo cual afecta la composición de la producción en el largo plazo. Analizando la composición de la variación real del PBI local, podemos apreciar que son los sectores no transables los que explican -cerca del 61% de cada punto de crecimiento del PBI- el crecimiento económico del último lustro.
Es necesario fortalecer la competitividad local, qué duda cabe; empero, aquellas mejoras en los sectores no transables serán más beneficiosas para la población de menores recursos, dado que la formación de capital humano requerida para el sector servicios es menor a la necesaria en el sector manufactura; además, las habilidades requeridas en el primer sector son fácilmente obtenibles in situ.
A fin de mejorar rápidamente la productividad de los sectores no transables, hay que enfocarse en facilitar la transferencia de los factores de producción involucrados de los menos eficientes a los que mejor uso de los mismos demuestren. Como bien dice el economista Baumol: “Al final, la productividad es todo”.

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