domingo, 14 de marzo de 2010

Entre dos Alternativas: ¿Granos o Arena?

Por: Juan José Garrido
Según un reciente estudio del Banco Mundial, para el año 2050 seremos 9 billones de personas habitando el planeta. Es decir, la población crecerá en los próximos 45 años en 50%. En el Perú, de acuerdo a las últimas cifras corregidas por el INEI y utilizando el crecimiento poblacional promedio de los últimos 10 años, en el 2050 seremos cerca de 47 millones; es decir, habremos duplicado nuestra población en dicho lapso.
Hoy, los peruanos contamos cerca de 11.5 millones de pobres (es decir, 48% de la población total), de los cuales 4.3 millones viven en extrema pobreza (léase, 18%). Asimismo, aproximadamente 6.5 millones (es decir, 27%) viven en zonas rurales, mientras que la diferencia (cerca de 17.5 millones) viven en áreas urbanas. Si bien es fácil inferir que la pobreza es distinta en las zonas rurales que en las zonas urbanas, lo cierto es que las políticas pro-desarrollo alivian discriminadamente, por lo que hay que buscar mecanismos que funcionen tanto en una como en la otra zona.
Hasta la década del 60, el Perú era un país que había desarrollado un capital agro-exportador e industrial, dinamizando con ello la economía a largo de la costa; en la sierra, era la minería y ganadería –en menor medida- quienes asumían dicho rol. El robo por parte del estado en la era velasquista –apelado por algunos como “Reforma Agraria”- polarizó aún más a la población, convirtiendo el 23% de pobres en 1961 al 55% que tocamos en 1991.
A los peruanos, nos ha tocado vivir –en estos últimos 4 años- un período de resplandeciente y esplendorosa bonanza, fruto –que duda cabe- de factores externos cíclicos. Ellos, han dinamizado brutalmente nuestra economía, generando miles de puestos de trabajo conexos a los de carácter primario. Por ello, se ha reducido la pobreza del 54% existente en el 2001 al 48% de hoy. Ello, sin reforma del estado, sin privatizaciones y sin mejora de la calidad institucional.
Podemos concluir algunas cosas de lo visto en los párrafos anteriores: en primer lugar, la necesidad -y consiguiente demanda- por materias primas debería mantenerse estable una buena cantidad de años; ceteris paribus, los factores externos pueden seguir siendo beneficiosos para los peruanos. Por ello, sería necesario apostar a un modelo de integración comercial, económica e institucional ahora que las cosas están dadas para ello.
En segundo lugar, los peruanos vamos a tener un problema mayúsculo en muy pocas décadas, producto de la tasa –1.5% promedio en los últimos 10 años- de crecimiento poblacional, la cual nos obliga a crecer a tasas de 6 a 8 por ciento a fin de reponer la depreciación de los factores de producción, la tasa de crecimiento poblacional y los factores monetarios (inflación y devaluación). Crecer a menor ritmo implicaría mantener o ahondar el problema de esos 11.5 millones de peruanos.
En tercer lugar, es necesario terminar la discusión sobre qué modelo aplicar; no podemos, en pleno siglo XXI, seguir pretendiendo escapar a dicho final. La globalización ha polarizado a los países. En eso, los socialistas tienen razón; sin embargo, se equivocan en las causas del mismo. Para ellos, la globalización ha empobrecido a los países pobres del sur, enriqueciendo a los países ricos del norte (el famoso eje norte-sur de riqueza-pobreza). Esto es completamente falso. Los países que se han sumado a la globalización están enriqueciéndose, y los países que han optado por cerrarse, se están empobreciendo. Esa es la real polarización.
La globalización es un fenómeno que arrastra consigo mejoras en la calidad de las instituciones (lo cual responde el 30% del crecimiento de un país), así como mejoras en la productividad total de los factores (PTF), la cual responde a otro 50% del crecimiento económico, según evidencias globales.
¿Hasta cuando vamos a seguir pateándole el tablero a esos 11.5 millones de peruanos? ¿Puede alguien realmente creer que las políticas de robo –léase expropiación o nacionalización, como quieran llamarle- van ha solucionar el problema? Los chicos que plantean esta propuesta, ¿han examinado las consecuencias -vividas por tantos países- de este tipo de ofertas? ¿Creen realmente que Bolivia, hoy, será la vedette principal en el cabaret de la inversión extranjera directa (IED)?
Realmente, sino es falta de razonamiento y lucidez, pues se le parece mucho. Seguirle mintiendo a los pobres, vendiéndole la peregrina idea que el estado será un patriarca leal, es seguir creando mayor miseria, pobreza y frustración. Al ser la relación de carácter endógena, los pobres seguirán aumentando, y con ello se agravará aún más la situación.
Sólo la integración, la estabilidad económica, jurídica e institucional, la reducción del estado a niveles que permitan su manutención, y el respeto irrestricto a la libertad podrán generar esa tasa de crecimiento que tanto necesitamos. ¿Cómo hacer para que lo entiendan? ¿Ó será posible que nosotros elijamos -alguna vez- bien? No que el candidato alterno sea una lumbrera o iluminado, pero no es necesario probar la arena para saber que no es comestible.

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