lunes, 8 de junio de 2009

Chicharrones de marranitos

Por: Juan José Garrido
Más de una vez nos hemos referido sobre la hipocresía de la izquierda local con respecto a la reales razones de condena frente a las dictaduras, toda vez que levantan la voz cuando éstas son de derecha, pero callan -servilmente- cuando éstas responden a sus planes políticos. Siendo que las dictaduras, cualquiera que sea su procedencia ideológica, son indefendibles dada su naturaleza totalitaria, corrupta y -muchas veces- homicida, intriga el comportamiento en cuestión.
Las denuncias de dichos sistemas totalitarios, por cierto, no son monopolio de la filosofía social: Basta dar una revisión ligera de los principales intelectuales liberales para encontrar condenas similares, sin medias tintas, basadas en las máximas de la libertad individual, de opinión y de acción. El economista austriaco Friedrich Hayek, quien mejor define -quizás- al libre pensador, debe su fama tanto al Nobel de 1974 como a su extraordinaria obra Camino de servidumbre (1944), donde expone -como idea principal- cómo los sistemas autoritarios y colectivistas conducen inevitablemente a la tiranía.
Los ambientes socialistas, tanto académicos como de prensa, hacen muy bien en denunciar las dictaduras de derecha; de hecho, todos debemos hacer un frente común ante ellas. Empero, es una lástima que cuando las dictaduras favorecen sus planes políticos y económicos, callen miserablemente. Ahí está la Cuba de los Castro como ejemplo de ello, así como callaron con Velasco, y callan ahora con el dictador de Caracas. Algunos se dan el lujo de criticar los pronunciamientos frente a esta última, actitud que demuestra bajeza, así como debilidad frente al poder que dichas dictaduras ejercen. Porque, hay que decirlo con claridad, esos personajillos financiados ayer con las expropiaciones velasquistas -o algún puestito en el Sinamos- son los mismos que hoy defienden los proyectos totalitarios de Chávez por amor a sus bolsillos.
Sí, seguramente la derecha corrompe y compra medios; empero, la izquierda también. Si los primeros lo hacen por un mercantilismo hediondo, los segundos por imponer su empobrecedor programa socialista. Sin embargo, ¿algún militante de izquierda se ha pronunciado contra los atropellos de Chávez frente a los medios independientes? ¿Realizarán alguna movilización a favor de Globovisión? ¿Dicen algo cuando los petrodólares inundan las redacciones locales? No; y no lo harán en tanto el dictador financie sus puestos de trabajo en La Primera y otros proyectos alineados con las políticas que promueve. No se equivoquen y no se dejen tontear: no es amor al chancho, sino al chicharrón.

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